Volver a Artículos
Volver a Artículos
El divorcio en la Biblia: Cómo respondió Jesús al debate sobre el tema

El divorcio en la Biblia: Cómo respondió Jesús al debate sobre el tema

¿El divorcio es pecado? ¿Qué pasa si me vuelvo a casar después de divorciarme?

"¿Es lícito que un hombre se divorcie de su mujer por cualquier motivo?". Los expertos religiosos presionaron a Jesús para que respondiera a esta pregunta (Mateo 19:3), y su respuesta ha alimentado debates candentes desde entonces. Aunque sus enseñanzas parecen prohibir claramente casi todo tipo de divorcio y considerar el nuevo matrimonio tras el divorcio como un acto de adulterio, hay buenas razones para analizar más a fondo la narrativa bíblica en su totalidad.

Cuando escuchamos las palabras de Jesús sobre esta cuestión dentro de la narrativa bíblica, surgen dos puntos clave.

Primero, Jesús nunca nos da una enseñanza exhaustiva sobre la ética del divorcio y de volverse a casar.

Segundo, Jesús utiliza la conversación sobre el divorcio legal y el volverse a casar como un caso de estudio para exponer y reprender a los hombres que degradan a las mujeres o las tratan como objetos.

Así que vamos a empezar examinando los dos únicos textos de la Biblia hebrea que hablan específicamente sobre el divorcio. Y luego exploraremos cómo Jesús conecta el matrimonio con el diseño de la creación, para mostrar a sus opositores cómo estaban ignorando la intención original de Dios para el matrimonio, y cómo, al hacerlo, normalizaban el trato perjudicial hacia las mujeres.

El debate sobre "cualquier causa" de divorcio

En la primera escena, los fariseos "ponen a prueba" a Jesús, es decir, le hacen una pregunta capciosa para que diga algo que desacredite su reputación públicamente. Le preguntan si un hombre puede divorciarse legalmente de su mujer por "cualquier motivo", y lo hacen para arrastrar a Jesús a un debate específico que se estaba desarrollando durante el primer siglo entre los rabinos judíos.

Los eruditos a veces lo llaman el debate del "divorcio por cualquier causa", que gira en torno a un término clave de las instrucciones sobre el divorcio de Deuteronomio 24:1-4.

La ley de Deuteronomio 24:1 permite que un hombre se divorcie de su mujer si ha encontrado "algo indecente" (DHH) o "algo reprochable" (NBLA) en ella. La frase en hebreo es 'ervat davar (ערות דבר), que literalmente significa "desnudez de un asunto".

¡Qué ambigüedad! ¿Qué significa "desnudez de un asunto"? Solo doce versículos antes, encontramos instrucciones para la correcta eliminación de los excrementos humanos, seguidas de: "... tu campamento debe ser santo, y [Dios] no debe ver nada indecente ('ervat davar) en medio de ti, no sea que se aparte de ti" (Deuteronomio 23:14b, NBLA). Aunque las perspectivas sobre su significado han cambiado con el tiempo, Jacob Neusner destaca tres líneas principales de interpretación, cada una atribuida a un rabino destacado de la época de Jesús.

La Casa de Shamai dice: "Un hombre debe divorciarse de su mujer solo si encuentra motivos para ello en la falta de castidad, ya que fue dicho: 'Porque él ha encontrado en ella indecencia en una cosa' ...".

La Casa de Hillel dice: "Incluso si ella le arruinó la comida, ya que fue dicho: 'Porque él ha encontrado en ella indecencia en una cosa' ...".

El rabino Aqiba dice: "Incluso si encontró a otra más bella que ella, ya que fue dicho: 'Y será así si ella no halla gracia a sus ojos' ...". (1)

Algunos interpretaban "desnudez de un asunto" o "algo indecente" como cualquier cosa que al hombre no le gustara de su mujer, incluso que no fuera una buena cocinera. Así que, si el marido se irritaba por algo, ¡eso era motivo de divorcio! Otros fueron incluso más lejos y dijeron que, si el hombre veía a una mujer y la consideraba más atractiva, entonces había encontrado un problema en su mujer que era digno de divorcio. Por su parte, la interpretación de Shamai limitaba este término a la infidelidad conyugal. Para Shamai, el divorcio solo era válido si la mujer había engañado a su marido.

Con todo este debate dando vueltas, los fariseos se acercan a Jesús y le preguntan: "¿Cuál es tu postura al respecto?". Y esa es nuestra primera pista principal para entender esta historia. No le piden que hable del divorcio y de volver a casarse en general. Lo que le piden es que entre en el debate que gira en torno al ambiguo término 'ervat davar, la desnudez de un asunto, sobre las razones legítimas para el divorcio.

Por lo tanto, las palabras de Jesús sobre el divorcio y volver a casarse no proporcionan una enseñanza exhaustiva ni completa sobre el tema. De hecho, toda la Biblia hebrea solo habla directamente sobre el divorcio y el volverse a casar en situaciones que son difíciles de comparar con los matrimonios modernos.

Más de un motivo para el divorcio

En la Biblia hebrea encontramos dos ocasiones en que Dios da razones para iniciar un divorcio, y no da una, sino varias justificaciones legítimas. Deuteronomio 24:1-4 da la razón relativamente ambigua de la que hemos hablado antes, y debemos notar cómo ese caso solo se refería a que los hombres se divorciaran de las mujeres.

Observa que la pregunta que los fariseos le hacen a Jesús sobre el divorcio solo se refiere a lo que los hombres pueden hacerle a las mujeres. La pregunta en sí revela un problema en sus corazones, concretamente su deseo de considerar y tratar a las mujeres como inferiores a los hombres, o incluso como objetos.

En Éxodo 21:10-11, la situación que se plantea es algo distinta. Se trata de un caso de poligamia en que el marido de una mujer esclava toma otra esposa y, como consecuencia, deja de tratar bien a su primera esposa. Dios dice que la esposa original puede abandonar a su marido si él le reduce la comida, le limita la ropa o se niega a tener intimidad sexual con ella. "Y si [el marido] no hace por ella estas tres cosas, entonces ella saldrá libre sin pagar nada" (Éxodo 21:11).

Ahora bien, este matrimonio es entre un hombre y una mujer esclava a la que él adquiere como esposa, por lo que es casi imposible compararlo con la mayoría de las prácticas matrimoniales modernas. Pero está clara la preocupación principal de Dios por que los vulnerables sean protegidos y tratados con generoso cuidado.

Aun así, las Escrituras no ofrecen una enseñanza exhaustiva que abarque todas las situaciones de matrimonio y divorcio. La Torá indica que el divorcio puede producirse por más de un motivo, y solo habla del divorcio en relación a situaciones muy concretas.

El Edén y la visión original del matrimonio

Cuando los fariseos intentaron atrapar a Jesús en sus continuos debates sobre el divorcio legal, Jesús les dijo que no estaban entendiendo el punto. Los hombres buscaban razones "piadosas" para deshacerse de sus mujeres, pero su pregunta era: "¿Dónde está el límite legal? ¿Cuándo podemos divorciarnos?". Jesús sabe que el divorcio causa daño, por lo que su principal preocupación tiene que ver con la sabiduría respecto al divorcio, no con si está permitido o no.

Imagina a un niño que pregunta a sus padres: "¿Cuándo puedo exponer mi cuerpo a la radiación?". Un buen padre probablemente diría: "¡Nunca! Queremos que seas feliz y estés sano. La radiación te va a hacer daño". Esto es sabiduría básica combinada con un fuerte valor por la vida.

Sin embargo, esta situación cambia si el niño tiene un cáncer en estadio 4. En ese caso, la radiación puede ayudar a disminuir o erradicar el daño que ya se está produciendo. La radioterapia sigue dañando los tejidos buenos; la presencia de cáncer no hace que la exposición a la radiación sea saludable en ninguna manera. Pero en esta terrible situación, el daño de la radiación puede evitar que el cáncer cause daños aún peores.

La lógica de Jesús sobre el divorcio parece ser similar. Apela a la intención buena y original de Dios para el matrimonio que vemos en la historia del Edén (Génesis 2:24-25). "¿No han leído la historia del Edén?", pregunta Jesús a los fariseos. "Los casados ya no son individuos por separado ―dice―, sino una sola carne". Se trata de un vínculo profundo e íntimo. No hay forma limpia e indolora de separar un matrimonio. Va a doler... mucho. La buena voluntad de Dios es que el matrimonio continúe en amor sin separarse.

Los fariseos responden: "¿Por qué, entonces, mandó Moisés que un hombre diera a su esposa un certificado de divorcio y la despidiera?" (Mateo 19:7, NVI). Es como si preguntaran: "Si la radiación es tan mala, ¿por qué Dios nos manda a exponernos a ella?". A lo que Jesús responde: "No lo ordenó; lo permitió".

Del mismo modo, Jesús dice que Moisés permitió el divorcio, pero que desde luego nunca lo ordenó. Por el contrario, debido a la dureza del corazón humano, Dios revela su voluntad en respuesta a la corrupción del pecado humano. La ley en cuestión (tomada de Deuteronomio 24:1-4) tiene como objetivo limitar el daño causado a las mujeres en situaciones en las que es probable que sufran más maltrato. Cuando un corazón se ha vuelto demasiado insensible y corrompido (o podríamos decir maritalmente canceroso), entonces sufrir el daño del divorcio puede ser sabio para evitar que la vida se corrompa aún más.

"Jesús no estaba dejando de lado Deuteronomio 24:1 y tomando una postura rigurosa ―dice el teólogo británico Charles Cranfield―, sino que estaba llamando la atención sobre ... la necesidad de distinguir claramente entre los elementos de la ley del Antiguo Testamento que exponen la voluntad perfecta de Dios ... por un lado, y por otro, los elementos que ... no indican la voluntad perfecta y absoluta de Dios, sino su voluntad en respuesta a las circunstancias provocadas por el pecado humano". (2)

Algunos fariseos pensaban que Jesús estaba negando la ley de Moisés, pero en lugar de eso, les estaba revelando algo que habían pasado por alto.

¿Están relacionados el divorcio y el adulterio?

Jesús también aborda el divorcio y el volverse a casar en dos impactantes líneas de su Sermón del Monte (Mateo 5:31-32), en las que parece concluir que un hombre que se divorcia de su mujer "la hace cometer adulterio".

Vaya. ¿De verdad? Analizar esto será de ayuda.

Podríamos parafrasear la instrucción de Jesús en Mateo 5:31-32 de esta manera: Hombres, dejen de dañar a las mujeres casándose y divorciándose con ligereza, pensando que todo está bien mientras sea legal. Quizá piensan que el divorcio es una forma cómoda de hacer borrón y cuenta nueva, pero eso no es posible. Es brutal, doloroso y, como la radioterapia, solo debe aplicarse en situaciones extremas.

En el versículo 32, Jesús da su justificación específica para el divorcio. En caso de porneia (término griego que incluye "adulterio", pero se refiere más ampliamente a la "inmoralidad sexual", véase también Mateo 19:9), se rompe la unión matrimonial.

Pero, ¿a qué se refiere exactamente con porneia? ¿Pornografía? ¿Aventuras emocionales? ¿Dónde está el límite? En realidad, Jesús no lo aclara, pero enseña un principio básico encomendando a las personas a basarse en la sabiduría de Dios para determinar el significado de la inmoralidad sexual.

Y luego, según muchas traducciones populares, Jesús da una conclusión impactante: "Pero yo les digo que todo hombre que se divorcia de su esposa, excepto cuando esta haya sido infiel hace que ella cometa adulterio y que el que se case con ella también lo cometa" (Mateo 5:32, NBV).

¿Cómo puede un hombre que se divorcia de su mujer "hacerla" cometer adulterio? ¿Esto significa que volver a casarse después del divorcio es adulterio sin excepción? En general, las traducciones confirman esta interpretación:

"Pero ahora yo digo que el hombre que se divorcie de su esposa, a no ser en caso de pecado sexual, hace que ella cometa adulterio..." (PDT).

"Pero yo les digo que el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere..." (RVC).

"Pero yo les digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio..." (NBLA).

En realidad, la frase "cometer adulterio" es inadecuada, porque Jesús utiliza un verbo pasivo. La mujer no está realizando ningun tipo de acción. Se está actuando en contra de ella. Así que esta frase significa específicamente que el hombre "hace que se adultere en contra de ella" (poiei auten moikheuthenai). La mujer en cuestión no está pecando; está siendo agraviada.

Esta es la traducción de BibleProject de Mateo 5:32:

Todo el que despide a su mujer (excepto por causa de inmoralidad sexual (porneia), la hace víctima de adulterio (poiei auten moikheuthenai), y el que se casa con una mujer repudiada, comete adulterio.

Las palabras de Jesús deben de haber sido muy controvertidas en este punto porque, como señala el erudito bíblico John Nolland, contrariamente a las presuposiciones culturales, Jesús está diciendo que una mujer podía ser "víctima de adulterio por la acción de su marido". Por tanto, añade Nolland, "el hombre no está haciendo borrón y cuenta nueva con libertad para volver a casarse; al contrario, el establecimiento de una nueva relación será un acto de adulterio contra su esposa repudiada". (3)

Jesús no aborda otras razones legítimas para divorciarse y volver a casarse. Su objetivo es proteger a las mujeres que están siendo usadas y maltratadas, y está declarando que la vida en el Reino de Dios protege a los vulnerables y garantiza un trato justo para todos.

Especialmente en los casos en que el daño del divorcio se permite para evitar males mayores, las mujeres deben ser tratadas como compañeras en igualdad de condiciones y no simplemente desechadas. Toda la enseñanza de Jesús sobre el divorcio tiene como objetivo proteger a las mujeres de los hombres que abusan de su poder social.

La sabiduría de Dios desde la creación

Cuando los expertos religiosos cuestionaron a Jesús por primera vez sobre el divorcio legal, Jesús les retó a que dejaran de buscar justificaciones legales para comportarse de forma dañina y, en su lugar, prestaran atención a la sabiduría de Dios desde la creación. Desde el principio, Génesis 1:27 declara:

Dios creó a la humanidad ('adam) a su propia imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó.

El único ser humano (es decir, el 'adam en hebreo) se convirtió en dos (varón y hembra) para volverse a unir como una sola carne. Esta imagen de unidad e igualdad entre el hombre y la mujer se refuerza en Mateo 19:6: "Que nadie los separe".

Los fariseos apelaron a la instrucción de Moisés sobre el divorcio, pero Jesús les recordó que Moisés estaba haciendo una concesión debido a la dureza de corazón del pueblo. La voluntad de Dios nunca fue que las parejas casadas se divorciaran, y no lo es ahora. Pero, en respuesta a las circunstancias provocadas por el pecado humano, su voluntad permite el divorcio. Esto se observa en casos que incluyen, pero no están limitados a, la negligencia, el abuso y la infidelidad.

Toda la interacción de Jesús con los líderes religiosos en Mateo 19 se condensa en una frase breve en su Sermón del Monte, pero ambas enseñanzas ofrecen la misma sabiduría: la intención de Dios desde el principio es que hombres y mujeres vivan como compañeros en igualdad de condiciones. El matrimonio nunca debe ser abusivo ni negligente, y cuando deba disolverse para evitar males mayores, ninguna de las dos partes debe aprovecharse de la otra.

Lectura adicional sugerida:

Desafortundamente, los títulos que encontrarás a continuación todavía no han sido traducidos al español. Te los dejamos como sugerencia en caso que leas en inglés o desees tenerlos en cuenta por si algún día son traducidos.

Remarriage After Divorce in Today's Church: 3 Views / Zondervan, 2009

Divorce and Remarriage in the Bible: The Social and Literary Context / Eerdmans, 2002



  1. Jacob Neusner, The Babylonian Talmud: A Translation and Commentary, vol. 11b (Peabody: Hendrickson, 2011), 404.

  2. C.E.B. Cranfield, "The Matthean Divorce Pericope," in The Bible and Christian Life: A Collection of Essays (T&T Clark: UK, 1985), 229-230.

  3. John Nolland, The Gospel of Matthew: A Commentary on the Greek Text, New International Greek Testament Commentary (Grand Rapids: Eerdmans; Paternoster Press, 2005), 243-244.

Elige un idioma de preferencia.