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La rebelión de Israel en el desierto

Nunca has sido impaciente con Dios... ¿verdad?

La escena: Israel tiene un tabernáculo en funcionamiento, las tribus están organizadas y preparadas para abandonar el Monte Sinaí. Por desgracia, este viaje se estropea rápidamente. Números 11-21 contiene siete narraciones sobre la rebelión de Israel en su viaje por el desierto. Estas narraciones te hablan mucho del lado oscuro de la humanidad, pero también de la fidelidad de Dios al pacto (incluso cuando los israelitas no lo saben).

Siete rebeliones

Una vez que el pueblo abandona el Monte Sinaí en Números 10, las cosas empiezan a ir terriblemente mal. Todos los relatos posteriores comienzan con un momento de insurrección israelita: el pueblo se queja, se rebela o murmura.

  1. “Y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad” (11:1). “El populacho que estaba entre ellos tenía un deseo insaciable... y dijeron: “¿Quién nos dará carne para comer?” (11:4).

  2. “Entonces Miriam y Aarón hablaron contra Moisés” (12:1).

  3. “Entonces toda la comunidad levantó la voz... y murmuraron contra Moisés y Aarón” (14:1-2).

  4. “Y Coré... con Datán y Abiram... con doscientos cincuenta jefes de la congregación... se levantaron contra Moisés” (16:1-3).

  5. “Y toda la congregación de los israelitas murmuró contra Moisés y Aarón” (16:41).

  6. “Y el pueblo discutió con Moisés” (20:3).

  7. “Y el pueblo habló contra Dios y contra Moisés” (21:5).

Eso sí que es un montón de gente enojada y rezongona. Cada relato destaca un tipo distinto de rebelión que comienza por diferentes tipos de razones. Merece la pena sacar un lápiz de color o un resaltador y tomar nota de todas las palabras repetidas que conectan los capítulos 11-21.

Pares concéntricos

Si prestas atención, verás cómo estas siete historias son una obra de brillantez literaria. Cada una de ellas está interconectada. Están diseñadas juntas como una unidad simétrica en la que cada historia corresponde a su par concéntrico.

A 11:1-3: Rebelión e incendio en el campamento

B 11:4-35: El maná y la queja de Moisés contra Dios

C 12: Rebelión contra Moisés

D 13-14: Rebelión contra el éxodo (recuerda que estamos en [Números]; se trata de una referencia a acontecimientos anteriores, a pesar del título del libro)

C 16-17: Rebelión contra Aarón

B 20:1-13: El agua y la rebelión de Moisés contra Dios

A 21:4-9: Rebelión y serpientes ardientes en el campamento

Los dos relatos exteriores (A), 11:1-3 y 21:4-9, son bastante breves y describen una queja general entre el pueblo. Ambos desembocan en algún tipo de “fuego”, ya sea fuego real (lo más probable es que haya sido un rayo, ver 11:1-2), o la sensación “ardiente” de la mordedura de una serpiente (en 21:6, la palabra “venenosa” en nuestras traducciones al español traducen la palabra hebrea “fuego”). Ambas crisis se resuelven gracias a la oración intercesora de Moisés (11:2 y 21:7).

El siguiente par de relatos (B), yendo hacia el centro, son 11:4-35 y 20:1-13. Están relacionados por centrarse en la airada demanda de comida y agua por parte del pueblo. La demanda de carne del capítulo 11 recibe respuesta cuando Dios envía una superabundancia de codornices al pueblo, que acaba envenenándose debido a la glotonería. Su demanda de agua en el capítulo 21 acaba provocando que Moisés actúe y hable de un modo que deshonra a Dios y, en última instancia, le inhabilita para entrar en la tierra prometida. En ambos relatos, el pueblo anhela la comida y la “seguridad” que una vez tuvo en Egipto (fíjate en que 11:5-6 es similar a 20:4-5). ¿Alguien puede decir amnesia?

Si seguimos hacia el centro, el siguiente par de relatos (C) son los capítulos 12 y 16-17. Cada uno narra una rebelión contra los dirigentes de Israel, concretamente contra su profeta Moisés (capítulo 12) y su sacerdote Aarón (capítulos 16-17). En cada caso, el golpe se lanza desde dentro, cuando los propios hermanos de Moisés lo traicionan y, más tarde, cuando la familia extensa de Aarón lo traiciona. En ambos casos, la vocación única de Moisés y Aarón se reafirma de forma muy pública y memorable.

En el centro mismo de toda esta colección (D) hay una historia de dos capítulos (cap. 13-14) sobre el pueblo que desea poder revertir el éxodo y volver a Egipto. Cada una de las doce tribus de Israel elige a un representante para espiar la tierra de Canaán, y diez de los doce regresan e inician una rebelión entre el pueblo. Convencen al pueblo de que les espera una muerte segura si entran en Canaán, y deciden nombrar a un líder para volver a Egipto.

La lección

¡¿Qué?! Cada historia sube de intensidad y concluyes esta parte del libro sintiéndote realmente descorazonado. También puede que te sientas un poco superior. “Seguramente, yo nunca actuaría así”, nos decimos mientras leemos. Pero en el momento en que empiezas a pensar que tú nunca te comportarías como los israelitas, las historias han obrado su magia. No te habías dado cuenta de que, en realidad, Números 11-21 sirven de espejo a quien los lee. Los relatos de la rebelión del desierto funcionan como un dibujo caricaturesco, de esos que puedes conseguir en una feria callejera. El artista te mira a la cara, toma rasgos individuales de tu apariencia real y luego los magnifica todos desproporcionadamente. El objetivo de Números no es el realismo total. Más bien trata de resaltar algo sobre el corazón y la mente de los seres humanos, lo voluble y miope que puede llegar a ser el pueblo de Dios. Y esto te incluye a ti.

¿Quién puede decir con honestidad que nunca ha sido ridículamente impaciente con los tiempos de Dios en su vida? ¿Recuerdas a Abraham, que vagó por el desierto camino a la Tierra Prometida? Tuvo sus momentos bajos, pero al final, su vida se caracterizó por la “fe” en las promesas de Dios a pesar de las circunstancias muy difíciles (recuerda Génesis 15:1-6). En cambio, el pueblo de Israel tenía algo más que promesas divinas en las que confiar. Fueron testigos de las diez plagas y de la derrota del faraón en el mar. Sin embargo, estos recuerdos se desvanecieron rápidamente ante el hambre, la sed y un futuro incierto. Al final, el veredicto de Dios sobre Israel y Moisés fue “no tienen fe” (Números 14:11, 20:12). Bienvenido a la condición humana.

Nos olvidamos de recordar. Olvidamos quiénes somos realmente y quién ha sido Dios para nosotros. Estas historias son un retrato honesto de cómo tú y yo nos relacionamos realmente con Dios en medio de circunstancias difíciles. Por eso es importante que todas estas historias realmente oscuras vayan seguidas de las extrañas narraciones sobre Balaam, el hechicero pagano, en Números 22-24. Sin que Israel lo sepa, en lo alto de las colinas, Dios está convirtiendo la ira y la hostilidad de sus enemigos en bendiciones y esperanza. Incluso cuando Dios disciplina a su pueblo en el desierto, está trabajando entre bastidores para cumplir sus propósitos supremos de bendecir y salvar. Recuerda que toda esta historia no es sobre lo asombrosos que son los israelitas. Trata de la forma extraña y maravillosa en que Dios va a cumplir su promesa del pacto a Abraham, de restaurar la bendición divina a todas las naciones. Independientemente de que Israel crea o no en la promesa de Dios, él va a cumplir su palabra.

Tómate tu tiempo para leer estas historias y pregúntate si alguna vez has pensado o actuado de forma similar. ¿Cómo responderías de forma diferente la próxima vez que sientas la tentación de culpar a Dios de las circunstancias difíciles de tu vida? Deja que estos relatos te impulsen hacia un nivel de confianza nuevo y más profundo en tu viaje por el desierto.

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