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Reconsideremos el significado de la redención a través del pariente redentor en la Biblia

Descubre cómo Rut y Booz intervienen para recuperar lo que se había perdido

Es común escuchar que los cristianos digan que Jesús redime a la humanidad del pecado y la muerte. Y también es común oírlos decir que hace mucho tiempo Dios redimió a Israel de la esclavitud en Egipto. Además, la Biblia habla de la redención de tierras y de personas que compran su libertad mediante “pagos de redención”. Aunque la palabra tiene la misma raíz, las ideas parecen ser diferentes. Entonces, ¿qué significa la palabra redención en la Biblia con exactitud?

Es un concepto complejo que resulta imposible abordar de una sola vez. Además, probablemente no podamos llegar a una definición “exacta” que abarque todos los matices. Sin embargo, con el tiempo, podemos ampliar nuestra comprensión aprendiendo y meditando en las diferentes descripciones bíblicas.

Aquí veremos una imagen de la redención que brilla a través del libro de Rut, la misma acontece durante los días oscuros de los jueces de Israel. Al explorar la historia de Rut y Noemí, veremos que nos muestra un aspecto clave de lo que significa que Jesús redima a la humanidad.

El libro de Rut comienza con dos viudas que se enfrentan a la pérdida de sus propiedades y la inanición. Narra una historia sobre la desesperada necesidad humana y la redención necesaria para recuperar el linaje y las tierras de una familia que, de otro modo, se perderían. La palabra hebrea ga’al, una de las palabras clave de las Escrituras traducida como “redimir” en español, se repite a lo largo de la historia, junto con otra palabra derivada de ella, go’el, que significa “pariente redentor”.

En la Biblia, un pariente redentor es un familiar cercano que restituye a las personas o los bienes a su familia original después de que han sido vendidos debido a la pobreza extrema. En el libro de Rut, Booz, pariente de Noemí, se convierte en ese go’el tan desesperadamente necesario, al recuperar las tierras de su familia y, al mismo tiempo, restaurar su vida y su linaje.

La desesperada necesidad de ayuda de Noemí

El libro de Rut comienza con una serie de desgracias que dejan a Noemí viuda, vacía y anhelando redención. Una hambruna en Belén la obliga a ella, a Elimelec y a sus dos hijos a huir a Moab en busca de comida, pero la esperanza se desvanece rápidamente. Elimelec muere, y luego los hijos de Noemí se casan, pero también mueren sin dejar herederos.

Apenas cinco versículos después del comienzo de la historia, el hogar de Noemí, sus recursos y su linaje familiar desaparecen por completo. Cuando Noemí se entera de que la hambruna ha terminado, regresa a Belén. Pero allí no puede cultivar ni comprar alimentos. Las tierras de su familia habían sido vendidas antes de que ella y Elimelec huyeran a Moab, y entonces, viuda sin hijos y sin un centavo, carece de poder y recursos para recuperar su propiedad.

No existían servicios gubernamentales que ayudaran a las personas desesperadas. La seguridad económica en el contexto antiguo de Noemí se basaba en trabajar la tierra que Dios había dado a cada tribu y familia de Israel, la cual se transmitía de generación en generación. Para Noemí, la pérdida de su tierra y la muerte de su familia significaban la muerte de su futuro. Noemí debió de sentir una angustia y una impotencia abrumadoras. Los estudiosos suelen comparar a Noemí con Job,(1), el icono del sufrimiento humano de la Biblia hebrea. Pero mientras que Job clama a Dios en su angustia, Noemí apenas habla. Cuando lo hace, dice que la mano de Dios se ha “vuelto en su contra” (Rut 1:13).

El nombre Noemí significa “agradable”, pero ella no se siente agradable. La estudiosa de la Biblia Yael Ziegler sugiere que es posible que Noemí haya regresado a Belén “no para vivir, sino para morir”.(2) Al llegar, Noemí quiere que las mujeres del pueblo la llamen Mara, que significa “amarga”.

Rut 1:20-21, Traducción de Proyecto Biblia
“No me llamen Noemí.
Llámenme Mara, porque Shaddai me ha tratado muy amargamente.
Me fui de aquí llena, pero Yahweh me ha traído de vuelta vacía.
¿Por qué me llaman Noemí
cuando Yahweh ha testificado en mi contra
y Shaddai me ha causado desgracia?”.

Noemí se describe a sí misma como “llena” al abandonar Belén, pero luego, gracias a Dios, regresa “vacía”. Aquí, los autores bíblicos han creado una ironía muy profunda. Mientras Noemí dice esto, está de pie junto a su nuera moabita, Rut, que ya ha encomendado toda su vida a Noemí. Poco antes, Rut prometió adorar a Yahweh junto a ella, vivir donde ella viviera y morir donde ella muriera (Rut 1:16-17). Rut es una bendición generosa. Pero el dolor y la desesperación intensos pueden cegar a cualquiera, y Noemí no puede ver la vida con la que Rut ya la está llenando.

A pesar de la promesa de lealtad de Rut a Noemí, la única esperanza de Noemí para el futuro es que alguien le restituya las tierras de su familia. Dios dio instrucciones a Israel para esta situación en concreto, una forma de redimir las tierras que, de otro modo, se perderían. Dios dijo que un pariente cercano, llamado “pariente redentor” (en hebreo, go‘el), debía intervenir y recomprar las tierras, devolviéndolas a la familia original (Levítico 25:25-28).

Booz ofrece un destello de esperanza

Para que Noemí y ella pudieran sobrevivir, Rut sale a recoger el grano que queda en los campos durante la cosecha de cebada. Mucho tiempo atrás, Dios había ordenado a los agricultores que no cosecharan todo lo que había en sus campos o viñedos, y que dejaran cultivos nutritivos a propósito para que los pobres y los extranjeros también pudieran cosechar los alimentos que necesitaban (Levítico 19:9-10). Cuando Rut sale a recoger, “por casualidad” (Rut 2:3) encuentra un campo que pertenece a Booz, un pariente rico de Elimelec (Rut 2:1).

Booz es amable, generoso y lo suficientemente sabio como para reconocer el buen carácter de Rut (Rut 2:5-13). Se siente impulsado a colmarla con más grano del que exigían las leyes de Dios sobre la recolección de las cosechas (Rut 2:16).

“Este hombre es un pariente cercano nuestro”, dice Noemí cuando Rut regresa. “¡Es uno de nuestros parientes redentores (go'el)!” (Rut 2:20b, traducción de Proyecto Biblia). Noemí se muestra esperanzada, pero la temporada de la cosecha se estaba esfumando. Día tras día, Rut seguía espigando en su campo, pero Booz no daba un paso al frente para actuar como go'el. Y así, la cosecha se acaba y no pasa nada.

Rut le “pide” a Booz que se case con ella

Booz notó a Rut cuando escuchó comentarios favorables sobre ella y vio su compromiso diligente en acción, pero no asumió su papel como pariente redentor de Noemí. Cuando el grano que Rut había recolectado se acabara, ella y Noemí volverían a quedar “vacías”.

En su contexto antiguo, Rut y Noemí no tenían buenas perspectivas de supervivencia a largo plazo. Las mujeres que no tenían un hombre que las sustentara solían terminar mendigando, esclavizadas u oprimidas en la prostitución. La única medida de seguridad disponible para Rut y Noemí consistía en encontrar un pariente redentor dispuesto a actuar. Noemí sabía que podía confiar en Rut, quien había demostrado ser digna de confianza y leal una y otra vez, por lo que le propone un plan para llamar la atención de Booz.

Noemí le dice a Rut que se acerque a Booz en plena noche en el campo de trillar, donde él estaría durmiendo, y le dice que haga todo lo que Booz le pida (Rut 3:4). El objetivo de Noemí no está del todo claro, pero es posible que esperara que Booz se acostara con Rut y luego asumiera la responsabilidad de cuidar de ambas mujeres, especialmente si el encuentro daba lugar a un embarazo. Booz había demostrado ser amable y generoso, por lo que Noemí confiaba en que haría lo correcto por ellas.

Pero este plan era riesgoso. Rut ya era un blanco fácil para sufrir daños violentos y abusos sexuales al espigar en los campos, un hecho que Booz corroboró cuando le dijo a Rut que se quedara con las jóvenes y ordenó a sus trabajadores que no la tocaran (Rut 2:8-9). Su condición de moabita la hacía aún más vulnerable. Además, no olvidemos que todo esto ocurre durante el gobierno de los jueces y que Israel estaba sumido en una espiral de violencia generalizada (véase Rut 1:1; Jueces 19-21).

Para Rut era arriesgado incluso salir sola por la noche al campo de trillar. Y si quedaba embarazada y Booz se negaba a asumir la responsabilidad, podía terminar mucho peor que antes, teniendo que soportar la vergüenza pública que se cernía sobre las madres solteras. Pero Rut no se amedrentó. Aceptó hacer todo lo que Noemí le dijo, confiando en el buen carácter de Booz (Rut 3:5).

En el campo de trillar, Booz se estremece en su sueño y, cuando se despierta, descubre a alguien acostado a sus pies. Está demasiado oscuro para ver quién es, así que pregunta: “¿Quién eres?”. “Soy Rut, tu sierva”, responde ella. Y entonces, reuniendo todo su valor, Rut habla con audacia desde la oscuridad: “Extiende tu manto sobre tu sierva, porque tú eres un pariente redentor (go'el)” (Rut 3:9, traducción de Proyecto Biblia). En lugar de seguir las instrucciones de Noemí y esperar pasivamente a que Booz actuara, Rut le recuerda su deber para con su familia, pidiéndole esencialmente que se case con ella.

Booz se convierte en un pariente redentor

Rut sorprende a Booz. Él sabe que ella podría haber buscado a un hombre más joven para reducir sus posibilidades de volver a enviudar. Pero, con amor leal por Noemí, Rut se acerca a Booz, sabiendo que él podía restaurar la propiedad de Noemí. Además, si uno de los parientes de Noemí se casaba con Rut, su primer hijo sería considerado legalmente como su nieto (véase Deuteronomio 25:5-6). Así que Booz también podía perpetuar el linaje de Noemí.

Booz accede a hacer lo que Rut le pide, pero primero debía ofrecer el derecho de rechazo a uno de los parientes más cercanos de Noemí (Rut 3:10-13). La reunión que se produjo a continuación demostró su integridad y sabiduría. Cuando el pariente más cercano se negó a intervenir, Booz actuó como go‘el de Noemí, volviendo a comprar sus tierras y casándose con Rut. Las tierras y el linaje de Noemí le fueron restaurados (Rut 4:1-10).

Las mujeres de Belén que primero escucharon a Noemí decir que estaba vacía y se llamaba a sí misma “amarga” (véase Rut 1:19-21) se vuelven entonces hacia Rut y la alaban, diciéndole que Rut era más valiosa para ella “que siete hijos” (Rut 4:15). Booz es el redentor de Noemí, pero tal vez nunca habría actuado si Rut no lo hubiera impulsado. Y sin el arduo trabajo de Rut recogiendo espigas en el campo, Noemí tal vez ya habría muerto.

De Booz a Rut y a Jesús

Las mujeres de Belén llaman Obed al hijo de Rut (Rut 4:17), y la historia termina con una genealogía que conecta a Obed con el rey David. Siglos más tarde, el Evangelio de Mateo extiende esta misma genealogía hasta Jesús de Nazaret (Mateo 1:1-17). Así, Rut y Booz restauran el linaje familiar que culmina en Jesús.

Y la pequeña ciudad de Belén, donde se desarrolla su historia, es también el lugar donde nace Jesús. En hebreo, Belén significa “casa del pan”, una imagen que transmite el sustento para la vida. De entre todos los pueblos y ciudades posibles, Belén es el lugar donde surge una nueva vida tanto para Noemí, a través del amor leal de Rut y Booz, como para toda la humanidad, a través del nacimiento de Jesús. Es más, las acciones fieles de Rut y Jesús, como semillas, fueron plantadas en lo más profundo y desde entonces han estado produciendo una fructífera redención.

Jesús “se escabulló en nuestro mundo por los callejones y barrios periféricos de uno de los lugares menos importantes de la tierra”, dice Dallas Willard, y “ha permitido que su plan para la historia humana se desarrolle muy lentamente a lo largo de los siglos”.(3)

Gracias a la disposición de Rut a entregarse por el bienestar de Noemí y a la decisión de Booz de actuar como su go'el, ambos colaboran para redimir a Noemí, restaurando las tierras y el linaje de su familia. Del mismo modo, la disposición de Jesús a dar su vida por el bienestar de los demás y su decisión de actuar como redentor de la humanidad restaura nuestro linaje familiar ante Dios, restituyéndonos a cada uno de nosotros a nuestro verdadero hogar.



  1. Véase William A. Tooman, (Re)reading Ruth (Eugene: Cascade, 2022), pp. 51-53; André LaCocque, Ruth, A Continental Commentary (Minneapolis: Fortress, 2004), pp. 49-50. [Releer Ruth] (Minneapolis: Fortress, 2004).
  2. Yael Ziegler, Ruth: From Alienation to Monarchy (Jerusalén: Koren Publishers, 2015), p. 181. [Rut: De la alienación a la monarquía] (Jerusalén: Koren Publishers, 2015).
  3. Dallas Willard, The Divine Conspiracy: Rediscovering Our Hidden Life in God (Nueva York: HarperCollins, 1998), p. 13. [La divina conspiración: Nuestra vida escondida en Dios] (Editorial Peniel, 2013).
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