Una habilidad crucial para leer la Biblia con eficacia consiste en aprender cómo los autores bíblicos diseñaron estos libros para que las ideas principales sean claras.
Las narraciones del Antiguo Testamento son obras literarias brillantes, de una profundidad alucinante. Simplemente tienes que aprender a conocer el estilo literario de estos escritores. Uno de los estilos más fáciles con el que podemos comenzar es la repetición de palabras clave y temas a lo largo de múltiples historias. Las narrativas desde Génesis hasta Crónicas están llenas de ideas que se repiten intencionalmente y que se entrelazan a lo largo de libros enteros e incluso a través de distintos libros. En cuanto empiezas a detectarlas, sabes que estás siguiendo el rastro de la idea principal del autor bíblico. En este artículo nos enfocaremos en uno de esos temas, que conecta las historias de Génesis y Éxodo.
Génesis termina con José y sus hermanos estableciéndose en Egipto tras la muerte de Jacob. Se nos dice, en términos generales, que pasan muchas generaciones. La única información específica que se nos da sobre este periodo es que esta familia está especialmente dotada para multiplicarse. La Biblia guarda un gran silencio sobre lo que ocurrió históricamente durante esta época, por lo que es posible que te preguntes, ¿cuál es la conexión real entre Génesis y Éxodo?
¿Qué problema tiene esta familia?
Piensa en la primera parte de Génesis, donde vemos que los humanos aprovechan la oportunidad de definir el bien y el mal por sí mismos, culminando en la construcción y dispersión de la ciudad de Babilonia (véase Génesis 11). En la siguiente sección principal, se nos presenta a Abraham y a su familia, que, para ser francos, no son personas a las que uno quisiera imitar. Sin lugar a dudas, Abraham tuvo sus momentos brillantes (su fe radical en el capítulo 15), pero también actuó como un cobarde (capítulo 20), al igual que su hijo (capítulo 26). ¿Y sus nietos Jacob y Esaú? Bien podríamos decir “de tal palo tal astilla”. La disfunción de esta familia llega a su punto culminante cuando los hermanos de José lo secuestran y lo venden como esclavo en Egipto. Pero, en todo momento, Dios responde a la maldad humana redirigiendo paradójicamente estas tragedias hacia sus buenos propósitos.
La divina providencia
José experimenta más reveses providenciales de los que podemos contar, y cada dificultad que atraviesa va seguida de un sorprendente giro del destino. Pasa de prisionero a encargado de la prisión, luego de esclavo a administrador de una propiedad, y después, pasa de ser acusado falsamente a ser elevado como segundo al mando de todo Egipto. Y en todo ello, sus extraños sueños de adolescente (recuerda las gavillas de trigo de Génesis 37) se hacen realidad. Los hermanos de José terminan arrodillándose ante él cuando los salva de morir de hambre.
Llegamos al capítulo 50 de Génesis, y la historia concluye con José hablando a sus hermanos. Pero presta atención, el autor ha colocado sus palabras cerca del final porque resumen algo más que su propia historia: actúan como resumen temático de todo el libro hasta este punto. José perdona a sus hermanos y dice:
“Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente”. (Génesis 50:20)
No importa el mal que hagan los seres humanos, Dios responde con el bien, entretejiendo los acontecimientos en el gran y complejo tapiz de su plan para redimir y bendecir al mundo. José estaba hablando de sus hermanos, pero el autor de Génesis quiere que pensemos en todos los acontecimientos desde Génesis 3 en adelante. Y Dios no ha terminado. Va a perfeccionar esta táctica de convertir el mal en bien, y eso es exactamente lo que vemos en el relato inicial de Éxodo.
Cuatrocientos años después
Han pasado generaciones y la familia de Abraham se ha multiplicado. La promesa que Dios le hizo, de que multiplicaría su familia, se está cumpliendo y no todo el mundo está contento con ello. Hay un nuevo rey en Egipto y este faraón ve la gran población inmigrante de hebreos (el grupo étnico de Abraham) como un peligro claro y evidente para la seguridad nacional egipcia. Pone en práctica una serie brutal de tres estrategias para explotar a los israelitas y finalmente aniquilarlos. Primero los esclaviza para que construyan ciudades de almacenaje más grandes y ¿qué ocurre? ¡Se multiplican! Luego intenta coaccionar a algunas parteras para que maten a todos los recién nacidos israelitas varones. Ellas desobedecen civilmente y, una vez más, ¡los israelitas se multiplican!
¿Ves cómo emerge un patrón? El mismo que se puso en marcha en la historia de José, ¿verdad? Piensa en la última estrategia del faraón, que consiste en un auténtico genocidio. Asesina a todos los hijos israelitas arrojándolos al río Nilo. Trata de imaginarte el horror. Este faraón es el peor personaje infrahumano de la historia bíblica hasta el momento. Su tercer y más atroz acto de maldad recibe la tercera y más notable respuesta de Dios. Un niño israelita en particular, Moisés, es arrojado al río tal como ordenó el faraón. Este niño llega flotando al palacio del faraón y a su familia, y así se convierte en su perdición. El faraón lo planeó para mal, pero Dios... Bueno, ya conoces la historia.
El autor de Génesis ha estado jugando con tu mente, intentando que veas la mano de Dios obrando incluso en los momentos más oscuros del fracaso y la maldad del ser humano.
Transición temática
Como puedes ver, la historia de José crea una transición perfecta entre los libros. El autor de Génesis ha estado jugando con tu mente, intentando que veas la mano de Dios obrando incluso en los momentos más oscuros del fracaso y la maldad del ser humano. Al seguir explorando Éxodo, verás que este tema se intensifica cada vez más en el épico enfrentamiento entre Dios, Moisés y el faraón. Exploraremos cómo Dios puede utilizar la maldad humana, que él no ha causado, para cumplir sus propósitos. Sí, se trata de un enigma, pero vamos a abordarlo sin rodeos.
La narrativa bíblica y tú
La Biblia es una obra literaria expertamente elaborada y sus autores utilizaron sutiles técnicas narrativas; la repetición de palabras clave y temas es una de las herramientas más importantes de su repertorio. A medida que desarrolles tus habilidades para detectar estos patrones de diseño y recursos literarios, mejorará tu capacidad para comprender el mensaje teológico de estos relatos. Pero estos autores no intentan simplemente convertirte en un intelectual. Te están enseñando a “leer tu vida”. Cuando ves estos patrones en funcionamiento en la vida de todos estos personajes bíblicos, empiezas a pensar en los patrones de tus propios fracasos, y de tu propia maldad, de una forma nueva. ¿Puedes reflexionar sobre la alegría y el dolor que has vivido, y ver la fidelidad de Dios como el hilo rojo que lo une todo? A veces es difícil ver el significado de todo, pero cuando comiences a entender más profundamente este tema del “mal convertido en bien”, verás que te dará la esperanza de que ni siquiera tus propios fracasos tendrán la última palabra en la historia de Dios para ti.