Lucas documenta cómo Jesús le abrió paso al Reino de Dios en la Tierra creando un nuevo Israel que incluye a los pobres, los excluidos y los marginados. Jesús invierte el orden mundial y eleva a los humildes, ofreciéndoles un lugar de pertenencia en el Reino eterno de Dios y libertad del mal y el pecado.
Y así como este Reino es inesperado, también lo es el gobierno de Jesús como Rey mesiánico. Él reinará sobre su pueblo sirviendo y sufriendo. Y su muerte en la cruz marcará el comienzo de un Reino marcado por el amor y el sacrificio abnegados.
El Evangelio de Lucas enfatiza la naturaleza al revés del Reino de Dios, un lugar donde todos son bienvenidos y las estructuras de poder se invierten. Es un lugar donde los pobres y humildes, los marginados de la sociedad, son elevados a lugares de honor. Lucas enfatiza esto a través de una serie de parábolas sobre banquetes, donde Jesús ilustra que todos son bienvenidos en la familia de Dios.