Los seguidores de Jesús deben vivir como sacerdotes reales, reclamando el llamado perdido que Dios le dio a la humanidad para que lo representara y gobernara el mundo en su nombre.
Un sacerdote era una persona llamada a cuidar el espacio sagrado del templo, representar al pueblo ante Dios y anunciar la bendición de Dios sobre el pueblo. El sumo sacerdote era el único que podía entrar en la parte más interna del tabernáculo, el lugar santísimo. Ahí es donde moraba la presencia de Dios y el sacerdote era un mediador de esa presencia ante el pueblo.
Los autores bíblicos usan imágenes del Edén para describir el templo, dejando claro que el llamado ideal de Dios para los humanos es que sean sacerdotes reales sobre la creación: el templo cósmico de Dios. Aunque los humanos abandonaron su vocación sacerdotal por medio de la rebelión en Génesis 3, Jesús cumple el plan de Dios y restaura a la humanidad a su papel como sacerdotes reales. La historia bíblica contiene un drama sacerdotal que conduce a Jesús, y de eso se trata esta serie de videos.
Una puerta de enlace entre el Cielo y la Tierra
Los sacerdotes encarnan la sabiduría de Dios y experimentan plenamente la presencia de Dios en el templo. Actúan como puertas de enlace entre el Cielo y la Tierra. Y cuando los humanos viven conforme a su vocación como sacerdotes reales, toda la creación se convierte en un espacio sagrado de intersección entre el Cielo y la Tierra.
¿Dónde está nuestro templo?
Los sacerdotes se ocupaban del espacio sagrado del templo, y los humanos son los sacerdotes reales que deben cuidar el espacio sagrado de la creación de Dios. Estamos llamados a trabajar y adorar para que nuestras comunidades puedan florecer. Nosotros representamos la presencia de Dios para que sus bendiciones del Cielo vengan a la Tierra y fluyan al mundo.
En esta serie, exploraremos el plan de Dios para que los humanos sirvan como sacerdotes reales sobre la creación, y aprenderemos cómo Jesús cumplió ese plan después de que los humanos abandonaran su vocación.