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Slow to Anger

¿El Dios de la Biblia es un Dios enojado?

Explora la ira divina

¿Estás listo para un versículo bíblico lleno de ira? Respira profundo. Muy bien.

¡Caramba! ¿Cadáveres en las calles? Eso es mucha ira.

El pasaje anterior es del profeta Isaías, quien está advirtiendo a Israel sobre el juicio de Dios que se aproxima. De hecho, todo el capítulo es una larga acusación contra el pueblo de Israel. Se han vuelto corruptos y arrogantes, y Dios ya se ha cansado de esto. Ejércitos invasores están viniendo a causar muerte y exilio, e Isaías profetiza que dejarán cadáveres a su paso.

La ira de Dios no es broma, y comprensiblemente nos pone incómodos. De hecho, la ira de Dios es una de las principales razones por las que la gente afirma que no le agrada el Dios de la Biblia. Pero si examinamos con más detenimiento los relatos bíblicos sobre la ira de Dios, encontraremos un retrato más complejo y cargado de matices de lo que podríamos suponer.

Un Dios emocional

La ira es una emoción humana. Es una sensación de adrenalina que viene acompañada de un aumento del flujo sanguíneo a tus músculos. Tus músculos se contraen, tu piel se pone caliente, y tu mente se concentra en el problema en cuestión. De hecho, la principal forma de decir que estás enojado en hebreo es "tu nariz arde". Sí, así es. ¡Una de las principales palabras hebreas para "ira" es "nariz"! Esta metáfora hebrea se basa en nuestra experiencia física de la ira: cuando estás enojado, tu rostro se pone caliente, incluso tu nariz. Todos hemos experimentado esa sensación: la respuesta del cuerpo a la ira. Y en hebreo, las formas comunes de hablar sobre la ira son decir que eres "de nariz grande" o que tienes una "nariz caliente".

Pero Dios no tiene nariz y él no siente calor como los humanos, ¿verdad? El recurso literario en uso aquí se llama antropomorfismo: tomar algo que no es humano pero describirlo con características claramente humanas. Es una forma en la que podemos entender las respuestas emocionales de Dios, enmarcarlas de la manera en que nosotros, como humanos, experimentamos las emociones. Así que, aunque Dios no es humano, sí se enoja. Y tiene una buena razón para reaccionar ante el comportamiento humano con ira. De hecho, Dios no sería bueno si no tuviera fuertes reacciones ante el mal y la injusticia.

Pero tenemos que tener cuidado aquí. Que Dios experimente ira no significa que podamos tomar toda nuestra experiencia humana con la ira y aplicarla a Dios. La ira divina no es lo mismo que la ira humana.

"Los profetas nunca (retratan) la ira de Dios como algo que no puede ser explicado, impredecible e irracional. Nunca es un estallido espontáneo, sino una reacción provocada por la conducta de los humanos… y motivada por la preocupación por el bien y el mal". 1

¿Por qué se enoja Dios?

En la Biblia, Dios se enoja ante la violencia humana. Se enoja con los líderes poderosos que oprimen a otros seres humanos. Y lo que hace enojar a Dios más que cualquier otra cosa en la Biblia es la constante traición de Israel al pacto.

Todos estos ejemplos tienen algo en común: todos son expresiones de la ira de Dios ante la idolatría de la humanidad. Los seres humanos no toman en serio el hecho de que somos hechos a imagen de Dios. En su lugar, elevamos el poder, la riqueza, el sexo y muchas otras cosas al estatus de un dios. Y luego, en nombre de nuestros ideales e ídolos deificados, creamos comunidades e instituciones que abandonan, marginan e incluso destruyen a otras personas hechas a imagen de Dios. Y toda esta desgracia y dolor causados por la idolatría humana hacen que Dios se enoje, y con toda razón. Hay algunas cosas por las que vale la pena enojarse.

Piénsalo así. Aunque la ira puede ser una fuerza destructiva, existen algunas situaciones en las que vemos a la ira como algo necesario y correcto. Cuando alguien ve que se produce una injusticia, enojarse es una respuesta justificada. De hecho, la mayoría de nosotros diríamos que una persona que no siente nada cuando ve una terrible injusticia no es emocional o mentalmente saludable. El enojo puede ser una energía protectora. Así es como la ira de Dios se expresa en la Biblia. Dios no es un ser inestable e iracundo que pierde la calma de vez en cuando. Más bien, la ira de Dios es una respuesta medida y razonable ante la injusticia y el mal. Entonces, ¿cómo expresa el Dios de la Biblia su ira?

¿Cómo se manifiesta la ira de Dios?

Lo primero que hay que saber sobre la ira de Dios es que es lenta. Mira cómo Dios describe su propio carácter en Éxodo 34:6.

La frase "lento para a la ira" en hebreo literalmente significa "largo de nariz", ¡en el sentido de que la nariz de Dios tarda en calentarse! Dios es paciente, y le da a la gente muchas posibilidades de repensar sus decisiones y cambiar.

Uno de los villanos más grandes de la Biblia es el Faraón en el libro de Éxodo. Él es responsable de la esclavitud de Israel y del intento de genocidio de los hijos recién nacidos de los israelitas. Pero a pesar de toda esta malignidad, Dios le da diez oportunidades para cambiar su forma de actuar.

El apóstol Pablo reflexiona sobre cómo la paciencia de Dios con la humanidad es tan grande que nosotros, como humanos, somos propensos a aprovecharnos de ella. Este es el motivo por el que retóricamente hace esta pregunta en su carta a los romanos:

Dios es paciente, sí, pero su paciencia tiene un límite.

Dios nos entrega

En la Biblia vemos esta frase una y otra vez: cuando Dios se enoja, él "nos entrega". Pero, ¿qué significa esto? En el capítulo 1 de Génesis, Dios habla y crea un orden cósmico donde la vida y la humanidad pueden prosperar. Las aguas oscuras de Génesis 1, que representan el caos y el desorden, no son eliminadas. Más bien, son domesticadas y retenidas por el poder sustentador de Dios. Es por eso que, en la Biblia, se celebra a Dios como quien retiene constantemente las fuerzas del desorden y la muerte (ver Salmo 46). Dios podría "soltar" y permitir que la creación colapse nuevamente en el desorden debido a la maldad humana. De hecho, ¡una vez lo hizo! La historia del diluvio en Génesis 6-9 describe qué sucede cuando Dios quita sus manos del volante de la creación y deja que las aguas caóticas de Génesis 1 inunden nuevamente la Tierra.

Estos primeros capítulos de Génesis ofrecen un retrato fundamental de la justicia y la ira de Dios. Cuando los seres humanos hacen un gran mal y dejan de representar al Reino de Dios en el mundo, él "los entrega" a la muerte y al desorden que han desatado en la creación. Y esa frase: "él los entregó", es una de las formas más comunes en las que Dios expresa su ira en la historia bíblica 2.

Estas historias del Antiguo Testamento son resumidas por el apóstol Pablo cuando habla sobre la ira de Dios en su carta a los Romanos, repitiendo la frase "Dios los entregó".

Otra forma en la que se describe la ira de Dios en la Biblia es a través de la metáfora de Dios "escondiendo su rostro", se retiran la presencia y el poder divinos. Esto es lo que Dios le dice a Moisés sobre lo que hará cuando Israel alcance su límite de corrupción.

Los autores bíblicos quieren que veamos que la ira de Dios es siempre una respuesta a la traición y a la maldad humana, y que se expresa a través de la entrega de los humanos a las consecuencias lógicas de sus decisiones. En otras palabras, la ira de Dios se expresa al dar a los seres humanos lo que quieren, o al menos, lo que han elegido. Y si lo que hemos elegido es la ruina y la muerte, entonces eso es lo que obtendremos.

Salvados de la ira de Dios

En la Biblia, es una tragedia cuando Dios esconde su rostro y nos da lo que queremos. Significa que la humanidad no puede cumplir la tarea para la que fue creada: ser criaturas a su imagen y semejanza. Es por eso que la historia de la Biblia alcanza su clímax en Jesús. Dios no se contentó con dejar que la humanidad se destruya a sí misma, así que vino a rescatarnos. Así es como Pablo reflexiona sobre esto en su carta a los Romanos.

En la ira de Dios, la humanidad ha sido entregada a la muerte, pero ese no es el final de la historia. El amor de Dios es aún mayor. En la mente de Pablo, es el propio amor de Dios el que responde a su misma ira, a través de la vida, muerte y resurrección de Jesús. En lugar de que Dios escondiera su rostro o nos entregara, él nos reconcilió consigo mismo. Y, a su vez, logramos experimentar la propia vida poderosa y creadora de Dios en nosotros.


1. Abraham Heschel, The Prophets Vol. 2, The Theology of Pathos, (Los profetas vol.2, La teología del pathos), página 362.
2. Pueden verse más ejemplos en Jueces 3:7-8, 10:6-7, o 2 Reyes 13:2-3. ¡Hay muchos más!
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