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¿Estás listo para un Apocalipsis?

El final... ¡Ah no! ¡El comienzo está cerca!

Existe un viejo dicho que dice: "Cuanto más cambian las cosas, más se mantienen iguales". Cada día que pasa, nuestras vidas se asientan en la familiaridad. Tenemos nuestras rutinas, vemos a la misma gente, hacemos las mismas tareas. Empezamos a ver el mundo con patrones muy trillados, formas de pensamiento que parecen tan estables que llegamos a creer que jamás nada podría sacudirlas.

La historia de la Biblia está destinada a hacer justamente eso, a sacudir nuestra visión del mundo así como un perro se sacude el agua después de nadar. Pero la Biblia no se limita a deconstruir la forma en que siempre hemos visto las cosas; la Biblia reemplaza nuestros paradigmas frágiles con uno nuevo y robusto, que proviene de la perspectiva de Dios. Cuando dejamos que la Biblia se convierta en nuestro lente para ver la realidad, nos liberamos de caminos viejos y desgastados, y todo comienza a verse diferente. Obtenemos claridad divina.

O en lenguaje bíblico, tenemos un apocalipsis.

¿Un apocalipsis? ¿No es un apocalipsis el fin catastrófico del mundo?

Bueno, sí. En el vernáculo moderno y occidental, eso es lo que esta palabra significa. Googlea "películas apocalípticas", y encontrarás a Godzilla, Zombieland, Terminator, y otras películas similares. En el imaginario popular, un apocalipsis es el temido final de todo lo bueno.

Pero eso no es lo que significa la palabra apocalipsis en la Biblia. En la Biblia, un apocalipsis es lo que sucede cuando alguien es expuesto a la realidad trascendente de la perspectiva de Dios. Un apocalipsis es una confrontación con lo divino tan intensa que transforma la forma en que una persona ve todo.

Un apocalipsis no es el fin: es un nuevo comienzo

¡Un apocalipsis no es el desmoronamiento del bien! Por el contrario, un apocalipsis es una reorientación a lo que es verdaderamente bueno, si te atreves a aceptarlo.

Tomemos el ejemplo de Jacob. Él engañó a su hermano, decepcionó a su padre, y corrió por su vida directamente hacia su propio exilio. La antigua forma de vida de Jacob había terminado. Seguramente, esto fue el desmoronamiento permanente de todo lo bueno para él y para su futuro. Y justo en ese momento, Dios se "revela" en un sueño que transforma un lugar común en un lugar de encuentro con Dios, para que Jacob pudiera obtener la perspectiva de Dios sobre sus circunstancias.

Puedes leer la historia completa en Génesis 28:11-17. Jacob se queda dormido en el suelo y tiene un sueño divino donde ve una escalera que conecta el Cielo y la Tierra con ángeles que suben y bajan por ella.

Sobre la escalera, Dios se pone de pie y le habla a Jacob, promete bendecirlo a él y a sus descendientes, darles la tierra que les había prometido a Abraham e Isaac, multiplicar su descendencia y extender su familia. Incluso Dios le promete a Jacob su presencia y protección continuas.

Despertó Jacob de su sueño y dijo: "Ciertamente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía". Y tuvo miedo y añadió: "¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo" 1.

Más tarde en la narración bíblica, en Génesis 35:6-7, el encuentro de Jacob con Dios se llama revelación o apocalipsis (en hebreo: galah). Jacob no estaba experimentando el fin del mundo, sino el final de su antigua perspectiva y un cambio hacia una nueva. Estaba experimentando el final de su punto de vista limitado. Estaba experimentando el final de su confusión y consternación. Pero no fue el fin del mundo. Su revelación (apocalipsis) fue el comienzo de su nueva realidad, en la que tenía confianza en que Dios estaba con él y que su tiempo de exilio un día terminaría.

La Biblia está llena de apocalipsis (revelaciones)

El apóstol Pablo escribe sobre haber tenido un apocalipsis en su carta a los Gálatas.

Se refiere a un encuentro repentino y poderoso que tuvo mientras viajaba. Pablo estaba de camino a Damasco con la intención de impedir que el movimiento de Jesús se extendiera. (Esta historia se registra en Hechos 9:1-9). En el camino, fue detenido cuando "una luz del cielo lo envolvió con su resplandor". Allí en ese momento, la voz de Jesús le anunció quién era. Saulo trató de abrir los ojos pero descubrió que estaba ciego. La ceguera perduró tres días. Ese encuentro con Jesús dio un giro completo a la vida de Pablo. Su visión de toda su vida fue sacudida. Cambió la forma en la que veía todo y, por consiguiente, comenzó a vivir de una manera totalmente nueva como seguidor y apóstol de Jesús.

El Dios del universo quiere que la humanidad vea el mundo como él lo ve y confíe en su sabiduría. Y por eso, los personajes de la Biblia están constantemente teniendo apocalipsis (revelaciones).

En Génesis 2, Adán descubrió que no era bueno que estuviera solo, y luego Dios literalmente lo despertó del sueño para encontrar a su esposa, Eva.

En Génesis 12, 15, 17 y 22, Dios se le apareció a Abraham con promesas de bendecirlo, multiplicar su descendencia y bendecir a otros por medio de él, transformando el temor e incertidumbre de Abraham en confianza en la fidelidad de Dios.

En Génesis 20, Abimelec descubrió que había cometido un gran error al tomar a la esposa de Abraham, Sara, cuando Dios se le apareció y se lo dijo.

En Génesis 28, Jacob experimentó la gloria del Cielo y supo que Dios estaba con él, y no tuvo que tomar las cosas en sus propias manos para asegurar su futuro.

En Éxodo 3:19-31 y Deuteronomio 32-33, Moisés encontró a Dios en el monte Horeb y en el Monte Sinaí y recibió instrucciones para su propia vida y su rol como líder de toda la nación de Israel.

En 1 Samuel 3, Samuel escuchó a Dios en Silo, cuando Dios lo nombró como juez y profeta sobre su pueblo y le reveló acontecimientos futuros.

En 2 Samuel 7, David recibió una reorientación de su pensamiento cuando Dios le habló en Jerusalén, diciéndole que no le correspondía construir una casa para el Señor, sino que el propio Señor construiría una "casa" para David y su familia.

En 1 Reyes 3, Salomón escuchó al Señor en un sueño mientras estaba en Gabaón. Dios prometió bendecir a Salomón con sabiduría y riqueza, superiores a cualquier otro gobernante.

En 1 Reyes 22, Miqueas contó a los reyes de Israel y de Judá una visión que Dios le dio, prediciendo su derrota en la batalla y la muerte del rey de Israel.

En Isaías 6, Isaías experimentó una visión de Dios en su trono celestial, y Dios le dio un mensaje para comunicar a su pueblo en Israel.

En Jeremías, el profeta Jeremías también recibió una visión de la presencia de Dios, cuando Dios lo nombró profeta para el pueblo de Judá.

En Ezequiel 1, 8-11 y 40-48, Ezequiel tuvo una serie de visiones sobre la santidad y la gloria de Dios y palabras proféticas para el pueblo de Dios en el exilio en Babilonia.

En Amós 8-9, Amós tuvo una visión de frutos maduros y luego vio a Dios mismo como parte de un mensaje que Dios le dio para la nación de Israel.

En Zacarías 1-6, Zacarías recibió múltiples sueños y visiones de Dios para la Judá posterior al exilio, que contenían el llamado para que el pueblo de Dios regresara a él en obediencia, así como una visión de los acontecimientos venideros para la nación de Judá.

En Daniel 1-7, Daniel recibió interpretaciones de los sueños del rey Nabucodonosor y de sus propios sueños relativos al futuro de Babilonia y al pueblo exiliado de Dios.

En Hechos 9, Pablo encontró a Jesús resucitado en el camino a Damasco, quedó ciego durante tres días, y comenzó a vivir como apóstol de Jesús en lugar de hacerlo como perseguidor de la Iglesia cristiana.

En Apocalipsis, Juan experimentó un apocalipsis revelado primero por Dios a Jesús. Luego se le comunicó a Juan para que la Iglesia se anticipe a la segunda venida de Jesús y al día en que él hará nuevas todas las cosas.

En cada una de estas historias, Dios se revela de tal manera que el observador se ve superado por un punto de vista divino sobre su vida o la historia humana. Estos momentos casi siempre implican estados de consciencia alterados (sueños, visiones) como resultado de prácticas ascéticas (ayuno, meditación, oración, aislamiento). En esos momentos de consciencia más elevada, la persona se da cuenta de que su situación o entorno actual está realmente impregnado de la presencia y el poder divino. En un momento apocalíptico, el Cielo se une a la Tierra en la mente y el corazón del visionario, y pueden ver la realidad de una manera que los demás no pueden.

Así como los sueños pueden ser confusos cuando los recordamos al despertar, leer literatura apocalíptica también puede ser difícil, ya que está llena de imágenes extrañas, lenguaje poético y simbolismo. La clave para entender la literatura apocalíptica bíblica es mirar el diseño literario que se introdujo en el libro de Génesis y que se desarrolló a lo largo del resto de las Escrituras. Mientras exploras los pasajes apocalípticos de la Biblia, ten en cuenta el resto de la narración divina y observa esos patrones de diseño. El contexto te ayudará a encontrarle sentido a estos pasajes potencialmente confusos.

Ahora sí, ¿estás listo para un apocalipsis?

Lee estas historias y deja que te penetren hasta los huesos. Y, mientras lo haces, pregúntate: "¿Estoy listo para un apocalipsis?". Un apocalipsis se sentirá incómodo y extraño. Podría conducir a la muerte de diversas cosas: a dejar de lado perspectivas, sueños o hábitos que has mantenido durante mucho tiempo. Pero, en última instancia, el objetivo apocalíptico de Dios es reorientar nuestras vidas a lo que realmente importa. Dios quiere que los seres humanos vivan vidas abundantes, llenas de su sabiduría, y que gobiernen con él un mundo ordenado. Eso significa que un apocalipsis nunca es una cosa mala para ninguno de nosotros. Un apocalipsis siempre es algo que Dios hace en nuestras vidas para producir resultados buenos y hermosos, trayendo gloria a su nombre y el bien definitivo a su pueblo.

Aunque suene raro, un apocalipsis es algo que el pueblo de Dios debería querer porque el pueblo de Dios desea ver al mundo como Dios lo ve. Y, realmente, cualquier cosa que perturbe la vida diaria tiene el potencial de sacudir nuestra forma de ver el mundo. Puede hacernos evaluar cómo estamos viviendo (o no viviendo) según la ética del Reino de Jesús.

Un apocalipsis, ya sea en la narración bíblica o en nuestras propias vidas, es a menudo doloroso pero necesario para tomar perspectiva. El apocalipsis de Daniel lo hizo enfermar de pena. Isaías y Juan fueron deslumbrados por sus encuentros con lo divino. No puedes olvidar lo que has visto en momentos apocalípticos, ni deberías. Ninguno de nosotros debería mirar hacia atrás en un apocalipsis y ver que nada ha cambiado en nuestras vidas.

Un apocalipsis nunca es el fin del mundo, pero puede ser el fin de un mundo tal y como lo conocemos. Por ejemplo, tomemos el apocalipsis más largo y famoso: todo el libro de Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento. Este libro es famoso por tratarse sobre el fin del mundo porque hay muchas imágenes violentas de la destrucción del mal y el desorden. Pero el fin de apocalipsis no nos deja con el fin del mundo, sino con un mundo renovado donde se ha ido la injusticia, la humanidad está unida en el amor del sacrificio propio, y se cuida a la creación.

Esto es lo que todos esperamos y, para orientarnos hacia ello ahora, necesitamos el apocalipsis de Dios en nuestras vidas."


1. Génesis 28:16-17
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