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Oseas y Amós: Las dos caras del fracaso para cumplir el pacto

La respuesta a los infieles e injustos

La lectura del Libro de los doce, comúnmente conocido como los Profetas menores, puede desorientar bastante. Estos libros están llenos de lenguaje poético, metáforas e imágenes desconocidas para los lectores modernos. También hablan mucho sobre el juicio de Dios, lo cual puede resultar difícil de aceptar. Sin embargo, todas las imágenes extrañas y las referencias al fin del mundo tienen un propósito: los profetas están volviendo a contar la historia la infidelidad de Israel al pacto y del juicio inminente de Dios, al mismo tiempo que brindan esperanza para el futuro de Israel más allá del exilio.

Dado que estos libros se enfocan en el mismo período básico de la historia de Israel, leerlos uno tras otro puede parecer un poco redundante. Pero cada uno de estos profetas tiene un énfasis único y una manera específica de hacer un llamado a Israel para que vuelva a la fidelidad al pacto. Analicemos las similitudes y diferencias entre los profetas, comenzando por Oseas y Amós.

La fractura de una relación de pacto

Oseas y Amós fueron contemporáneos que coincidieron tanto en el contexto histórico como en el contenido teológico. Amós es el primer profeta mencionado en los libros del Antiguo Testamento. Vivió en Judea, en el sur, pero pasó su vida profetizando sobre la apostasía del reino del norte durante los reinados de Jeroboam II y Uzías. Oseas vivió en Israel, en el norte, y profetizó a su propio pueblo durante los reinados de Jeroboam II y la sucesión de malos reyes que le siguieron hasta que Asiria finalmente arrasó el reino del norte en el 722 a. e. c.

El tema conductor de estos libros es la descripción y la denuncia de la idolatría de Israel. Ambos autores utilizan con frecuencia el nombre “Yahweh” para referirse a la relación especial entre Dios e Israel. Esto es intencional: Israel no solo se ha rebelado, sino que ha roto el pacto con el Dios que tiene una relación con ellos. El Dios cuyo amor han rechazado es el Dios que los eligió para sí mismo, los sacó de la tierra de Egipto y los llevó a la tierra prometida. Oseas 11 y Amós 3 hablan de esto.

“Cuando Israel era niño, Yo lo amé, y de Egipto llamé a Mi hijo” (Oseas 11:1).

“Oigan esta palabra que el Señor ha hablado contra ustedes, israelitas, contra toda la familia que Él sacó de la tierra de Egipto” (Amós 3:1).

Debido a que Israel rechazó al Dios que los rescató y les dio todo lo que tenían, el mensaje profético es que vendría un desastre inminente para el pueblo infiel de Dios. Si no se arrepienten, vuelven a Yahweh y le obedecen, vendrá el juicio.

Por eso, tanto en Oseas como en Amós, encontramos una acusación tras otra contra las formas en que el reino del norte ha roto el pacto con Dios mediante la idolatría. En Oseas 4, el Señor está indignado porque en lugar de fidelidad y amor de pacto hay “falsos juramentos, mentiras, asesinatos, robos y adulterios” (4:1-2). ¡Incumplieron cinco de los diez mandamientos! Por si fuera poco, el capítulo 4 también expone cómo sacrificaban a dioses paganos en los lugares altos, se entregaban a prostitutas de culto y servían a ídolos.

Si pasamos a Amós 4, vemos acusaciones similares. Israel ha abandonado a Yahweh para adorar a los dioses cananeos en los santuarios idólatras erigidos en Betel y Gilgal. En un momento de la historia de Israel, estos lugares representaban la relación especial de Dios con su pueblo, pero ahora se han corrompido por completo. En Oseas y Amós se plantea lo mismo: a pesar de que el pueblo actúa como si todas las acciones pecaminosas fueran buenas, la vida religiosa de las tribus del norte ciertamente no es aceptable para el Señor, por lo que el juicio se acerca.

El contexto histórico y el contenido teológico de Oseas y Amós pueden ser similares, pero el lenguaje y las imágenes que cada profeta utiliza para formular sus acusaciones son únicos. Eso es lo que hace tan fascinante la comparación entre Oseas y Amós. Veamos más de cerca estos libros por separado.

Oseas: Israel como esposa infiel

La imagen más común relacionada con la idolatría en Oseas es el adulterio. Su metáfora fundamental es la idolatría como adulterio. Esto está representado simbólicamente con el matrimonio de Oseas con Gomer en los capítulos 1-3. Veamos cómo comienza el libro.

“Ve, toma para ti a una mujer ramera y ten con ella hijos de prostitución; porque la tierra se prostituye gravemente, abandonando al Señor” (Oseas 1:2).

Y eso es solo el comienzo. La idea de la prostitución está presente en todo el libro.

La raíz hebrea zanah ¡aparece catorce veces en este libro! Al volverse hacia dioses paganos, Israel rompió su pacto con Yahweh, el Dios que los sacó de Egipto y los convirtió en su pueblo. El fuerte lenguaje sexual es utilizado con un doble propósito. Es tanto una metáfora del abandono del Señor por parte de Israel en favor de Baal, como también una descripción del tipo de comportamiento en el que participaban los israelitas como parte de la religión del culto cananeo. Así es la vida cuando se abandona a Dios por los dioses demoníacos y paganos de los cananeos.

Para Oseas, la idolatría es una traición al pacto. Los israelitas han renunciado a su lealtad al Dios que les dio todo. Esta falta de lealtad da lugar a las acciones mencionadas anteriormente, como blasfemar, engañar, asesinar, robar, practicar la perversión sexual, etc. Esto es especialmente inexcusable, dado que se trata del Dios al que los israelitas le deben todo. La traición al pacto por parte de Israel es la razón por la que Dios utiliza un lenguaje tan emotivo. Ningún otro libro bíblico incluye una descripción tan detallada de los sentimientos íntimos de Dios.

Se le retrata como un cónyuge rechazado cuyos sentimientos están heridos y como un padre amoroso que llora el destino de su hijo rebelde. Se supone que debes imaginarte a un marido con un nudo en el estómago porque su mujer aún no ha vuelto a casa, porque en el fondo, él sabe lo que ella está haciendo. O a un padre abatido en su estudio, mirando una vieja foto de su hijo y recordando cómo era todo antes de que su hijo se alejara de la familia. Dios está angustiado por la infidelidad de Israel. En Oseas 11:8a clama: “¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿Cómo podré entregarte, Israel?”. A Dios le disgustaba la idea de enviarlos al exilio, pero ese era el resultado de la idolatría de Israel. Rompieron el pacto y ahora sufrirían las consecuencias.

Amós: Israel como hipócrita injusto

Mientras que Oseas examina el fracaso de Israel al no mantener la adoración y la reverencia ritual hacia Dios, Amós se centra en la decadencia moral y la injusticia social, que representan la otra cara de la moneda del incumplimiento del pacto. Amós, al igual que Oseas, acusa a Israel de idolatría, pero el peso principal de su acusación se centra en los resultados de la injusticia social relacionada con su idolatría.

El libro comienza con el rugido de un león que marchita los pastos fértiles (Amós 1:2). Yahweh está viniendo de Sión para juzgar a las naciones por su rebelión contra el Creador de la Tierra.

Nadie puede escapar al fuego del juicio, ni siquiera el reino del norte. Para horror de Israel, ellos serán el principal objeto de destrucción en el Día del Señor, porque le han ofendido más que todas las demás naciones. ¿Por qué?, te preguntarás.

Bueno, en el capítulo 3, Yahweh relata cómo él los había elegido como su pueblo y les había dado más luz reveladora para que guardaran sus mandamientos y lo representaran ante las naciones vecinas. Su gran llamado implicaba una mayor responsabilidad. Pero en el capítulo 4, vemos que oprimían a los pobres y aplastaban a los necesitados. Vivían vidas autoindulgentes basadas en la opresión de los pobres y débiles, mientras que mantenían hipócritamente una apariencia de religiosidad a través de rituales vacíos. Su idolatría se manifestaba en la injusticia económica, el materialismo y la hipocresía religiosa, todas cosas que van en contra de los valores de Dios.

El desdén de Dios por la injusticia y la hipocresía de Israel se ve en el capítulo 5. Amós 5:4-5 dice: “Búsquenme y vivirán, pero no me busquen en Betel, ni vayan a Gilgal”. Les está diciendo que renuncien a su idolatría. No vayan a Betel, no vayan a esos templos idólatras. Luego, en los versículos 10-13, explica el tipo de cosas que suceden en la sociedad cuando se adora a dioses falsos: las personas que defienden a los pobres son ignoradas u odiadas. A los pobres se les impone una renta elevada. Los ricos se hacen cada vez más ricos añadiendo las tierras de los pobres a las suyas. Los pobres son rechazados a las puertas de la ciudad. La sociedad realmente se deteriora cuando no vive fielmente para el único Dios verdadero.

En Amós 5:14a, Dios muestra el mejor camino: “Busquen lo bueno, y no lo malo, para que vivan”. Esta es una buena combinación con el mandato inicial de 5:4. Al principio, Dios dijo: “Búsquenme” como medio para rechazar la idolatría. Sin embargo, en 5:14 dice: “Busquen lo bueno, y no lo malo” como medio para rechazar la idolatría. El juego de palabras tiene por objeto mostrar que la adoración correcta al Dios del pacto dará lugar a que se haga justicia en la puerta de la ciudad, mientras que la idolatría dará lugar al abandono de los pobres. Para Amós, buscar a Dios es buscar el bien de los demás. Dar la espalda a Dios (mediante la idolatría) es vivir a expensas de los demás. Tu adoración a Dios, o la falta de ella, se reflejará sin duda en cómo tratas a los pobres, los oprimidos y los necesitados.

La verdadera adoración da como resultado la justicia

Cuando comparas y contrastas a Oseas y Amós, llegas a esta profunda conclusión: la adoración y la justicia están intrínsecamente unidas. Nos ayudan a ver que el propósito de exaltar a Dios, manifestado a través de la adoración en el templo, la alabanza y la oración reverente, es, en última instancia, poner en alto los mandamientos de Dios, que darán forma a cada área de la vida hebrea. En la cosmovisión de los profetas, adorar al Dios de Israel es adorar al Dios que rescató a los pobres esclavos de Egipto, los llevó a la tierra prometida y les dio abundancia. Si adoras a un Dios cuya naturaleza fundamental es prestar atención y dar regalos a los pobres y oprimidos, entonces ese es el tipo de sociedad que resultará, una sociedad que refleja a un Dios que cuida de los pobres. Por otro lado, si le das la espalda a ese tipo de Dios y adoras a varios dioses cananeos de la fertilidad, la guerra o el sexo, entonces esas cosas exigirán tu lealtad. En esas sociedades, los pobres serán maltratados y descuidados. Tanto Oseas como Amós nos ayudan a ver cómo Israel es un ejemplo de esto; ofrecen dos caras diferentes del mismo incumplimiento del pacto.

No te preocupes, hay esperanza. ¡Siempre hay esperanza gracias a Jesús! En el Nuevo Testamento, Mateo cita Oseas 11:1, “De Egipto llamé a mi hijo”, en una de sus frases que anuncian el cumplimiento. Se aplica al regreso de Jesús a Israel desde su “estadía” en Egipto tras la muerte de Herodes. Su objetivo es evocar imágenes poderosas de Jesús como Hijo de Dios. Pero, afortunadamente, este Hijo no es como Israel. Este Hijo adora fielmente a Yahweh y cumple la Torá. Este Hijo ama perfectamente a su prójimo como a sí mismo. Muestra especial preocupación por los necesitados, los oprimidos y los pobres de la sociedad. Su adoración al Padre siempre da como resultado compasión y actos de justicia. De hecho, el mayor acto de misericordia demostrado por el Hijo de Dios es el sacrificio de su propia vida en favor de los pecadores necesitados y pobres como tú y yo.

Esta es la esperanza que anticipan Oseas y Amós. Jesús, el verdadero Israel y el Hijo fiel, dio su vida por los idólatras que rompieron el pacto para que pudiéramos reconciliarnos con Dios. Es una muy, muy buena noticia, así que ¡lee los Profetas menores para ver cómo se desarrolla este plan de redención!

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