El Sermón del Monte es la enseñanza más conocida de Jesús y uno de los discursos más famosos de la historia. Jesús dio este sermón hace más de 2000 años y las implicaciones de sus palabras siguen siendo sorprendentemente relevantes y significativas.
Haciendo hincapié en la humildad, el perdón y el generoso cuidado del prójimo, Jesús alienta a las personas a que elijan el camino del amor de Dios que al final renovará toda la creación. Él llama a este mundo restaurado el Reino de Dios. Se trata de un reino en el que el Cielo y la Tierra están combinados inseparablemente, un lugar donde florece la vida libre de injusticia, sufrimiento y muerte.
No sabemos con certeza si Jesús dio el Sermón del Monte como un gran discurso o si Mateo recopiló las enseñanzas clave de Jesús a lo largo del tiempo y las organizó en una serie de sermones (registrada en Mateo 5-7). De cualquier manera, este sermón contiene algunas de las exigencias éticas más rigurosas de la Biblia. Tiene ideas escandalosas como "bienaventurados o benditos los que buscan la paz" y "amen a sus enemigos" y "oren por los que los persiguen".
Estas ideas podrían pasar por ideales utópicos, pero no tienen sentido (y aparentan demostrar debilidad) en nuestros imperios modernos, donde el liderazgo suele significar fuerza y poder más que vulnerabilidad y amor.
¿Por qué enseñar desde una montaña?
En la historia del Sermón del Monte en el Evangelio de Mateo, Jesús es retratado intencionalmente sobre una gran colina (o montaña, Mateo 5:1), hablándole a un grupo de agricultores y obreros judíos que han sido afligidos por la opresión de Roma (y otras naciones poderosas) por demasiado tiempo. Están hartos de que los que tienen poder los acosen, se burlen y les cobren impuestos hasta dejarlos en la pobreza. Y, al igual que sus antepasados hebreos, esclavos de la brutal tiranía egipcia, necesitan un salvador.
Entra Jesús de Nazaret, el humilde maestro de quien todo el mundo rumorea. La familia y los amigos dicen cosas buenas, pero a los que están en el poder les molesta todo lo que dice.
En la época de la escena del Sermón del Monte, muchos ya consideraban que Jesús era un gran profeta similar a Moisés. Mateo dice que la multitud se reúne y Jesús sube a una "montaña". Esta enseñanza en la montaña con personas oprimidas nos resulta familiar: pensemos en Moisés dando instrucciones en el Monte Sinaí al pueblo hebreo recién liberado de la esclavitud. Con todos estos símbolos a la obra juntos, muchos en la multitud se preguntan si Jesús es una especie de salvador: "¿Será este Jesús un nuevo tipo de Moisés?".
Mateo compara a Jesús con Moisés, pero procura mostrar que no es igual a Moisés y que su instrucción no es una simple repetición de la ley de Moisés. En Mateo 5:17, Jesús dice que no está buscando abolir lo dado por Moisés, sino que lo va a "cumplir, completar o llevar a cabo". La enseñanza de Jesús profundiza y amplía esta primera instrucción (hebreo: Torá) de Moisés.
Para responder mejor a la pregunta: "¿Qué es el Sermón del Monte?", tenemos que profundizar en los tres rasgos distintivos clave que hemos mencionado brevemente. Tenemos que analizar:
- Cómo retrata Mateo a Jesús como un nuevo Moisés
- Cómo la enseñanza de Jesús "completa" la ley de la Biblia hebrea
- Qué quiere decir Jesús cuando habla del Reino de Dios
Jesús como el nuevo Moisés
A lo largo de la historia bíblica, Dios instruye a las personas de muchas maneras, pero dos maestros, Moisés y Jesús, se convierten en los instructores humanos principales. Moisés fue el único que tuvo una experiencia con Dios cara a cara (Éxodo 33:11) y Jesús es Dios mismo encarnado. En el Sermón del Monte en Mateo, a través de Jesús, Dios aparece como un nuevo Moisés, que llega para rescatar no solo a todo Israel, sino a toda la humanidad.
Como tal, Mateo presenta a Jesús no solo como un nuevo Moisés, sino también como un Moisés aún mayor. A pesar de que a través de su discurso Jesús nunca le dice a la gente que lo respete ni que se incline ante él, la multitud reconoce una fuerte autoridad en las palabras de Jesús. Su enseñanza parece tener un viso de verdad y concuerda con la instrucción de la Biblia hebrea que ellos ya conocían, sin embargo quedan totalmente atónitos (Mateo 7:28).
Jesús trastorna las expectativas comunes de su mundo. La enseñanza de Moisés también trastornó las expectativas comunes del Imperio egipcio y sus esclavos hebreos. Moisés le enseñó a un pueblo esclavizado a ser libre, no lo hizo recurriendo a la violencia, sino dirigiendo su atención a Dios y siguiendo su dirección (confiando en su instrucción), lo cual se convierte en un tema central de la narrativa del Éxodo. Eso debió parecer una locura a la gente esclavizada. ¿Simplemente sigue a Dios y confía en que él se va a ocupar de tus enemigos? Sin embargo lo hicieron y Dios los liberó como había prometido.
Al igual que la mayoría de nosotros a lo largo de la historia, la multitud que escuchaba a Jesús suponía que la maldad puede ser erradicada de nuestro mundo con un fuerte poder militar y la riqueza que se necesita para construir ejércitos. Pero Jesús no recurre a nada de eso en absoluto, ni tampoco a una idea que dependa de la fuerza, la coacción o la violencia. Él promete con su vida que el poder del amor de Dios, junto con aquellos que elijan aceptarlo, finalmente superará y acabará con toda la maldad en todas partes.
No luchen contra la maldad con el poder de la maldad, dice Jesús. Por el contrario, únanse a Dios para crear bondad en toda la tierra. Si los seguidores de Jesús escuchan sus palabras, comenzarán a ver a sus enemigos como su prójimo y también milagros de Dios dignos de amor. Toda la maldad y todos los opresores serán finalmente derrotados, enseña Jesús, no con espadas, sino con el amor creativo y renovador de Dios.
La ley de Moisés siempre había apuntado exactamente en esta misma dirección. Siempre tuvo la intención de formar a sus seguidores para que fueran personas amorosas que honraran a Dios bendiciendo a todas las familias de la Tierra (véase Génesis 12:1-3). Jesús está cumpliendo ese propósito al terminar (o llenar por completo) la obra que comenzó la instrucción de Moisés.
En qué manera la enseñanza de Jesús "completa o cumple" la Torá
En Mateo 5:17-43, Jesús comienza realizando seis declaraciones repetidas con las siguientes palabras: "Ustedes han oído... pero yo les digo...". La primera parte, "ustedes han oído", se refiere a la Torá original. Algunos pensaban que Jesús se oponía a esa primera instrucción, pero él dice enfáticamente lo contrario. No considera que la antigua ley sea defectuosa u obsoleta. Su alcance era limitado por lo que provee una explicación e ilustración más completas.
Aunque la primera ley tenía la intención de formar el corazón humano, sus instrucciones podían seguirse en vano, es decir, interpretarlas y seguirlas sin que tuvieran ningún efecto significativo en el seguidor. Por ejemplo, Jesús está de acuerdo con la prohibición de Moisés contra el homicidio, pero su enseñanza sugiere que evitar el homicidio es solo un objetivo a nivel superficial. Uno puede ser considerado violento o no, y, al mismo tiempo, despreciar y odiar a los demás. Pero los corazones llenos de odio no funcionan en el Reino de Dios, incluso si se comportan bien. Así que Jesús reenfoca a sus oyentes para que analicen la realidad de sus corazones y le presten atención sincera a quién y qué aman realmente.
La verdadera vida humana y la verdadera bondad, como las describe Jesús, no tienen que ver con un simple rechazo al homicidio, sino con amar activamente a todas las personas que nos rodean, independientemente de su condición de amigos o enemigos. Jesús enseña el amor imparcial hacia todo nuestro prójimo (no hacia algunos de ellos). La vida de Jesús cumple la ley y la enseñanza de Jesús cumple la ley: él completa y cumple la Torá de Moisés.
¿De qué se trata este "Reino" del que habla Jesús?
Piensa en un vecindario o aldea promedio. Imagínate si, uno por uno, sus ciudadanos comenzaran a tomar decisiones para bendecirse mutuamente con recursos en lugar de acumular y pelear por ellos. Imagínate cómo sería que la sociedad en general considerara que la vulnerabilidad y la bondad son las formas más elevadas de poder y gloria. Es un mundo donde el amor mutuo entre los ciudadanos ha hecho imposible que la maldad continúe.
Paz total. Seguridad total. Provisión total. Todos viven la buena vida.
"La buena vida le pertenece a ['bienaventurados o benditos'] los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados", dice Jesús en la introducción del Sermón del Monte (Mateo 5:6). La palabra "justicia" proviene del griego dikaiosune, que tiene que ver con las relaciones justas o correctas con los demás. Para ser una persona recta (o justa), según Jesús y el Nuevo Testamento, debemos aprender a relacionarnos correcta o justamente con todas las personas. En otras palabras, tenemos que aprender a amar a nuestro prójimo.
Jesús dice que las personas que tienen hambre y sed de relaciones justas o correctas gozan de buena vida "porque serán saciadas [o 'satisfechas']''. Según la promesa de Dios, al final, ellos vivirán en un mundo en el que el Cielo y la Tierra estarán unidos, en el que todos los demás también querrán tener relaciones justas: eso es el Reino de Dios. Con seguridad, muchos de los que estaban en la multitud querían estar allí ya.
Nota que Jesús no promete llevar a esos galileos oprimidos de su mala situación directamente a un mundo mejor simplemente destruyendo a sus opresores romanos. Él les enseña que un mundo libre no se logra dañando ni exterminando a los enemigos. Se produce libremente, a través de algo más poderoso.
Él los estaba ayudando a experimentar la libertad dentro del Reino de Dios en ese mismo momento, al optar por centrar su atención en él y en su camino de amor. Por eso Jesús invita a las personas a "buscar primero el Reino" (Mateo 6:33), a dejar que sus instrucciones del Sermón del Monte los guíen a través de sus desiertos, al camino prometido del Reino y a querer eso más que a cualquier otra cosa.
Amar esa forma de vida, dice, nos lleva a un mundo donde todas las necesidades están satisfechas, todas las lágrimas son enjugadas y todas las personas experimentan la bondad de la vida.
No permitas que las preocupaciones por satisfacer tus necesidades rijan las decisiones que tomas, enseña Jesús. Más bien, más que cualquier otra cosa, busca el estilo de vida del Reino de Dios y relacionarte recta y justamente con todos los demás. Cuando lo hacemos, vemos que las necesidades más apremiantes de la vida dejan de ser un problema (Mateo 6:31-33). Cuando todo el mundo vive así, el miedo y la violencia ya no tienen sentido, porque el mundo es bueno en su totalidad. Ese mundo bueno es el Reino del que habla Jesús en su Sermón del Monte.
Cómo será transformado el mundo de Dios
Moisés se unió a Dios en esa obra de renovación de la vida en Egipto. Y Mateo retrata a Jesús como un nuevo Moisés para mostrar que Jesús está haciendo lo mismo. Él está continuando la obra de rescate que Dios comenzó hace mucho tiempo. Pero presenta una trayectoria inesperada a través de su Sermón del Monte al abrir los ojos de la humanidad al significado más profundo de la Torá de Moisés.
Tal como está, la enseñanza de Jesús deja en claro que el mundo no se arreglará con la eliminación de los enemigos humanos ni simplemente escapando de nuestro mundo en busca de una mejor utopía en las nubes. El mundo de Dios, tanto en la Tierra como en el Cielo, será transformado por los corazones humanos que han sido cambiados. Es probable que la frustrada multitud galilea de Jesús estuviera tan infeliz al escuchar esto como nosotros. Ellos querían que el poder de Dios destruyera a sus enemigos, no querían que el poder de Dios los bendijera, sanara y amara. De hecho, Mateo dice que al final, la multitud de Jesús quedó totalmente sorprendida, estupefacta y asombrada.
A pesar de haber oído la enseñanza ética más intensa que jamás se haya oído, muy superior a la de cualquier experto legal o élite religiosa, la gente de alguna manera seguía sabiendo que Jesús decía la verdad. ¿Y no nos pasa a cada uno de nosotros que, en el fondo, preferimos la bondad y el amor al odio o el desprecio?
"Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de Su enseñanza", escribió Mateo y concluyó: "porque les enseñaba como uno que tenía autoridad, y no como los escribas" (Mateo 7:28, NBLA).