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Agua de vida

El tema del agua de vida comienza en el jardín, continúa en toda la historia bíblica y, finalmente, llega a su punto culminante en Jesús. Mira para aprender más.

Temas 07/04/20
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Para los más curiosos…

Ríos de agua viva

Al principio de la Biblia, Dios transforma un desierto desolado en un jardín a través de un "vapor que regaba toda la superficie del suelo" (Génesis 2:4-6). El barro creado por el agua se convierte en el lugar de origen de los humanos (Génesis 2:7), los árboles (Génesis 2:9) y los animales (Génesis 2:19), creando el lugar ideal del Cielo en la Tierra llamado “el jardín del deleite” (“edén” significa “deleite” en hebreo). Dios proveyó las aguas del “abismo” que él mismo había contenido y ordenado bajo el terreno seco en Génesis 1.

El pueblo de Dios rescatado por su agua de vida

En Génesis 2:10-14, se encuentra una parte crucial e importante de la historia del Edén que describe un río que sale del jardín. Después de salir del Edén, se separa y fluye hacia cuatro regiones de la tierra. Esta es una imagen del agua viva de Dios que dio vida al Edén, brotando para dar esa misma vida a las diferentes partes de la tierra seca. El agua de vida de Dios es lo que da abundancia, comida y sustento a nuestro mundo.

El valle de los huesos secos

Después de que los humanos se rebelan insensatamente y son exiliados del jardín, la vida fuera del jardín no es fácil (Génesis 3:17-19). Pero a lo largo de la historia bíblica, hay muchos momentos clave en los que las personas son rescatadas o sus necesidades son satisfechas en lugares con agua. Las personas encuentran la sorpresa de que el agua viva está en pozos (como Abraham, Isaac o Jacob en Génesis 21:22-33, 26:18-25, 29:1-11), fuentes de agua (como Agar en Génesis 16:7; 21:15-21), u oasis en el desierto (Éxodo 15:22-27). Todas estas historias sobre el agua de vida muestran que Dios quiere darle a su pueblo el regalo de su propio poder creativo y vida, pero sus muchas fallas y decisiones egoístas siguen llevándolos a lugares desiertos.

Este tema llega a un punto crucial en la historia del exilio de Israel que el profeta Ezequiel describe como un valle de huesos secos que sólo pueden salvarse a través del agua de vida de Dios y el poder de su Espíritu (Ezequiel 36:22-30, 37:1-14).

Jesús como fuente de agua viva

Esta es la esperanza plasmada más adelante a través de la historia de Jesús, que fue empoderado por el Espíritu de Dios al ser sumergido en las aguas del río Jordán (Marcos 1:9-13). Después del bautismo, Jesús recorrió Israel ofreciendo la vida del Reino de Dios, la cual solía comparar con un jardín lleno de abundancia (Mateo 13). Incluso, cuando hablaba de sí mismo, declaraba que estaba trayendo el agua de la vida de Dios al mundo (Juan 4:7-14 y 7:37-39). Esto nos ayuda a entender la fascinante escena de la crucifixión de Jesús. Cuando es penetrado por la lanza de un soldado romano (Juan 19:34) de su interior brotan agua y sangre. El cuerpo moribundo de Jesús se convierte en la fuente de vida que se extenderá hacia la nueva creación de Dios que comenzó con la resurrección de Jesús, ¡nada más y nada menos que en un jardín! (Juan 19:41, 20:11-17).

Agua de vida para un pueblo sediento

Esto nos ayuda a entender por qué las imágenes del árbol de la vida y del agua de vida se combinan en la descripción de Juan de la creación renovada (Apocalipsis 22:1-2). Ambas son imágenes de la vida y el amor de Dios puestos a disposición de su creación. Y así, la historia de la Biblia termina de la misma forma en que comenzó, pero, en la nueva creación, el agua de vida surge “del trono de Dios y del Cordero” (Apocalipsis 22:1). Jesús es la fuente y el canal de la mismísima vida de Dios, que él ha puesto a disposición de un mundo de personas sedientas.

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