La generosidad es una de esas cosas que probablemente todos diríamos que valoramos, pero la forma en que se traduce en la práctica en nuestras vidas puede ser diferente. En nuestro mundo moderno, la riqueza está llegando a altísimos niveles sin precedentes. No obstante, las donaciones de hoy en día respecto al porcentaje de ingresos, son estadísticamente más bajas que durante la Gran Depresión. Y las conversaciones sobre el dinero parecen haber salido del ámbito público por completo.
Sin embargo, cuando abrimos las páginas de los evangelios vemos que Jesús era radicalmente generoso, no tenía preocupaciones y hablaba de nuestra conexión con la riqueza y las posesiones todo el tiempo (por ejemplo, Mateo 6:21, Mateo 13:22, Mateo 19:21 o Lucas 12:22-34). ¿Por qué Jesús hablaba tanto de la generosidad? ¿Qué estamos pasando por alto cuando se trata de dar? ¿Cómo podemos comprender y responder mejor al mensaje bíblico de la generosidad?
Volvamos al principio
Desde el comienzo de la historia, la humanidad se ha visto confrontada con una mentira: lo que Dios nos ha dado no es suficiente, por lo tanto, tenemos que apoderarnos de lo que queremos por nosotros mismos (Génesis 3:1-7). Hoy en día nos bombardean constantemente con el mismo mensaje, lo cual da como resultado una actitud egoísta y codiciosa. ¿Cómo podemos superar esta mentalidad de escasez?
El autor Randy Alcorn comparte una idea intrigante relacionada con esta pregunta. En una conversación sobre la generosidad, dijo lo siguiente:
"La gracia de Dios es el rayo y lo que damos es el trueno. Al igual que el trueno viene después del rayo, el dar viene después de la gracia. Es posible dar sin conocer profundamente la gracia de Dios. Es imposible conocer profundamente la gracia y no dar".
Si volvemos a analizar las estadísticas sobre las donaciones en Estados Unidos a partir de esta perspectiva, llegaremos a una verdad sorprendente: más que un problema de generosidad, tenemos un problema de comprensión de la gracia.
Piensa en el acto mismo de la generosidad radical. Es fácil considerar el dar como una obligación y no como un estruendoso aplauso en respuesta a la gracia de Dios. De hecho, hasta podría ser algo irresponsable: ¿no deberíamos ahorrar para asegurarnos un futuro sólido para nosotros y para nuestras familias?
Cómo conectar la gracia de Dios con nuestra generosidad
Cuando decidimos aferrarnos a nuestros recursos, perdemos más de lo que creemos que ganamos. Una perspectiva débil sobre la generosidad se convierte en una represa del río de la gracia de Dios en y a través de nuestras vidas. Si no entendemos la gracia, ¿cuál es la sustancia de nuestra fe cristiana? Tal vez esta sea la razón por la que Jesús dedicó tanto tiempo a hablar de temas relacionados con la generosidad.
La generosidad es un acto de rebelión en contra de nuestra cultura. Cuando somos generosos le decimos "no" a la mentalidad de escasez y "sí" a Jesús, que dice que somos y tenemos suficiente. Esto permite que la gracia de Dios fluya libremente en nuestras vidas, a través de nosotros y hacia los demás. Cuando somos conscientes de la profundidad de la gracia de Dios en nuestras vidas, podemos decir con confianza: "Lo tengo todo, por lo tanto, soy libre para darlo todo".
Entonces, ¿por dónde comenzamos? ¿Cómo avanzamos en nuestro camino hacia la generosidad? A continuación te presentamos tres pasos prácticos que pueden serte útiles a lo largo del camino:
1. ÚNETE A LA CONVERSACIÓN.
El primer paso hacia la generosidad es comenzar a hablar sobre el tema con una comunidad o grupo de confianza. Aunque Jesús nos dice que demos en secreto (Mateo 6:4), también dice: "Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16). En otras palabras, si das para sentirte más justo y recto que el resto del mundo, entonces mejor guárdate el secreto. Pero no evadas la responsabilidad ni las conversaciones en torno a la generosidad con otras personas, ya que estas pueden ayudarte a entender mejor la gracia de Dios.
2. MANTENTE LISTO Y DISPONIBLE.
La generosidad va más allá de las finanzas. Podemos adoptar la postura de estar listos y disponibles para Dios con todo: esto incluye nuestro tiempo y dinero. Una práctica útil es preguntar a lo largo del día: "Dios, ¿qué quieres que haga con lo que me has dado?". Esto nos ayuda a tener una actitud de escucha activa en todo momento, listos para ser un conducto de la gracia de Dios en el mundo.
3. MANTÉN LA PERSPECTIVA.
En la última historia del Evangelio de Juan, Jesús da instrucciones a sus discípulos para que echen la red al otro lado de la barca tras una noche de pesca infructuosa (Juan 21:3-6). Al llegar a la costa con una pesca récord notaron que Jesús los estaba esperando con carbones encendidos listos y mucho pescado (Juan 21:9). Lo que Jesús dice a continuación es bastante sorprendente: "Traigan algunos de los peces que acaban de sacar" (Juan 21:10). ¿Por qué Jesús enfatiza que ellos fueron quienes pescaron si, en realidad, él hizo el milagro? ¿Por qué Jesús les dijo que le trajeran pescado cuando estaba claro que iban a desayunar pasara lo que pasara?
Cuando los discípulos pasaron a la siguiente fase dentro de la narrativa bíblica, la predicación de la buena noticia, esta interacción con Jesús configuró de forma significativa la perspectiva que tenían: Dios va a llevar a cabo lo que se propuso hacer con o sin nosotros, pero estamos invitados a unirnos a lo que él está haciendo y a sentarnos en su mesa. Tenemos que mantener la misma perspectiva cuando damos. Muchas veces nos consideramos iniciadores de la obra de Dios porque damos. Pero Dios nos invita a vernos a nosotros mismos como personas que responden a su gracia. Cuando tenemos esta perspectiva, comenzamos a entender las palabras de Jesús: "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos 20:35).
La generosidad: el camino hacia una vida abundante
Entonces, ¿en qué quedamos? Dar es un acto de rebelión contra nuestra cultura que surge de la comprensión de la gracia de Dios y nos lleva a una vida abundante.
La generosidad no es solo regalar cosas. El apóstol Pablo instruye a la gente a que vivan con generosidad "para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida" (1 Timoteo 6:17-19). Somos tentados a pensar que seremos felices cuando acumulemos lo suficiente. Pero la historia bíblica siempre hace hincapié en que la vida que verdaderamente deseamos llega cuando damos, no cuando consumimos o acumulamos. La experiencia parece confirmar esta verdad: ¿alguna vez has conocido a una persona generosa que sea infeliz? Cuando comienzas a dar, no puedes parar.
Este artículo fue creado a partir de una entrevista con Steve Atkinson.