Dios envía a Jeremías para dar su última advertencia a la rebelde Israel. Pero el pueblo se niega a escuchar. A pesar de la tragedia resultante, la esperanza persiste.
El pueblo de Israel se negó recurrentemente a escuchar los mandamientos de Yahweh, cediendo a la maldad de los reinos terrenales. A pesar de haber quebrantado los términos del pacto con Dios, él promete bendecirlos si se arrepienten.
Jeremías ofreció esta advertencia y el camino hacia la restauración del reino del sur de Israel de Judá, pero el pueblo no escuchó. La justicia de Dios solo puede permitir que el mal llegue hasta cierto punto. Así que, cuando el pueblo siguió fallando en cuanto a regresar a Yahweh, fue exiliado a Babilonia.
Las consecuencias de la rebelión
El profeta Jeremías anunció que Dios juzgaría los pecados de Israel con un exilio a Babilonia, y luego vivió el horror de sus predicciones. El libro de Jeremías muestra una imagen gráfica pero importante de cómo la desobediencia lleva a la destrucción.