Una de las formas más comunes para referirse a Jesús en el Nuevo Testamento es el título "Cristo". Esta palabra significa “el ungido” o “mesías”, y se refiere a la esperanza judía de un salvador de la realeza que vendría para salvar al mundo de la muerte y la maldad. Los cuatro relatos del evangelio están llenos de momentos en los que las personas reconocen a Jesús como “el Cristo”. Tiene sentido que a Jesús se le dé este título, pero deja un detalle sorprendente sin explicación. Jesús casi nunca usa este título para describirse a sí mismo. En cambio, regularmente usa otro título: “el Hijo del Hombre”.
El hijo de la mujer
Después de que la serpiente engañó a los humanos en el jardín, Dios prometió que un día, un humano, el hijo de la mujer, aplastaría la cabeza de la serpiente, al mismo tiempo que sería golpeado por la serpiente (Génesis 3:15). Ese tema se desarrolla a lo largo de la historia bíblica a medida que Dios sigue levantando libertadores improbables como Abraham, José, Moisés, Débora, Samuel y David. Cada uno de estos personajes es tanto un héroe como una persona transigente. Cada uno puede convertirse en un representante humano glorioso de Dios o en un agente engañoso y egoísta de la maldad y la violencia. Y, por lo tanto, el paciente lector de la Biblia hebrea debe esperar a que la siguiente generación produzca al humano prometido en Génesis 3.
Daniel lleva aún más lejos esta imagenería
El libro de Daniel presenta la metáfora de los reinos humanos como bestias insensatas. En Daniel, capítulo 4, el rey de Babilonia se niega a reconocer a Dios como su autoridad y es reducido a la condición de animal demente. Es una reversión de Génesis 1, ya que un gobernante humano es reducido al nivel de bestia.
En Daniel, capítulo 7, Daniel tiene un sueño sobre bestias salvajes y terribles que simbolizan los poderosos imperios que arrasan con el mundo bueno de Dios. Pero luego Daniel ve una figura humana llamada "el Hijo del Hombre", a quien Dios exalta por encima de las bestias para que gobierne junto a él en un trono divino. El Hijo del Hombre es elevado a un gobierno glorioso y es adorado juntamente con Dios como el Rey divino de la creación. Este sueño resume toda la historia bíblica hasta ese momento: Dios quiere que los humanos se unan a él para gobernar la creación como sus colaboradores hechos a su imagen. Pero los humanos se han vuelto parecidos a la bestia, por lo que nuestra esperanza está en un humano que llegará y hará por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos.
Jesús es ese Hijo del Hombre. Él es el socio divino-humano que iba a restaurar a la humanidad al destino glorioso que Dios había trazado.