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Los cinco pactos clave que Dios hace con la humanidad en la Biblia

Alianzas entre Dios y las personas

Hoy no hablamos mucho de los pactos, pero deberíamos hacerlo. Los pactos son uno de los temas más importantes de la Biblia, son la clave del plan redentor de Dios para restaurar a la humanidad a su llamado divino. Comenzando en Génesis, Dios establece una alianza formal (es decir, un pacto) con varios humanos para rescatar su mundo en diferentes ocasiones. Estas asociaciones divinas-humanas llevan adelante la narración hasta alcanzar el punto culminante con Jesús. Cuando contamos la historia de Dios redimiendo a la humanidad por medio de Jesús estamos contando toda la historia de la relación del pacto de Dios con los humanos.

Entonces, ¿qué es un pacto? ¿Y cómo comienza la historia del pacto de la Biblia?

Hoy no hablamos mucho de los pactos, pero deberíamos hacerlo. Los pactos son uno de los temas más importantes de la Biblia, son la clave del plan redentor de Dios para restaurar a la humanidad a su llamado divino. Comenzando en Génesis, Dios establece una alianza formal (es decir, un pacto) tras otra con varios humanos para rescatar su mundo. Estas asociaciones divinas-humanas llevan adelante la narración hasta alcanzar el punto culminante con Jesús. Cuando contamos la historia de Dios redimiendo a la humanidad por medio de Jesús estamos contando toda la historia de la relación del pacto de Dios con los humanos.

Entonces, ¿qué es un pacto? ¿Y cómo comienza la historia del pacto de la Biblia?

¿Qué es un pacto?

Un pacto es una relación entre dos socios que se hacen promesas que son mutuamente vinculantes y trabajan juntos para lograr un objetivo común. Muchas veces van acompañados de juramentos, señales y ceremonias. Los pactos definen obligaciones y compromisos, pero son diferentes de un contrato porque son relacionales y personales. Piensa en un matrimonio: un esposo y una esposa eligen entablar una relación formal, comprometiéndose el uno con el otro a una fidelidad y devoción de por vida. Luego trabajan como socios para lograr un objetivo común, construir una vida o hacer crecer a los hijos juntos.

Las relaciones de pacto se encuentran en toda la Biblia. Hay pactos personales entre dos individuos (por ejemplo, David y Jonatán en 1 Samuel 23), pactos políticos entre dos reyes o naciones (por ejemplo, el rey Salomón y el rey Hiram en 1 Reyes 5), pactos jurídicos con una nación (como las leyes sobre la liberación de los esclavos hebreos), etcétera. Entablar pactos era una parte importante de lo que significaba vivir en el Cercano Oriente antiguo. Así que Dios se asoció con la humanidad a través de una estructura que ellos ya entendían.

El comienzo de la historia de los pactos

La historia de los pactos comenzó cuando Dios creó a los humanos a su imagen para que se asociaran con él para difundir la bondad por todo el mundo. La palabra "pacto" (del hebreo berit) no se usa explícitamente en Génesis 1, pero los detalles de la relación son similares a pactos que se encuentran posteriormente en el texto.

Dios invita a Adán y Eva a ser reyes-sacerdotes y a representar su gobierno generoso en la Tierra. Ellos podrían disfrutar y reproducir las bendiciones de la vida eterna siempre y cuando continuaran confiando y asociándose con él. Pero cuando Dios establece los términos de su relación, les advierte que no coman del árbol del conocimiento del bien y del mal porque eso acarrearía la maldición de la muerte para la humanidad.

Y en su primera prueba de fidelidad al pacto, los humanos fallaron. Ellos comieron del árbol, fracturaron la relación entre la humanidad y Dios y hundieron a la humanidad en la corrupción y la muerte. Todavía estaríamos atrapados en ruina si Dios nunca hubiera intervenido. Pero el resto de la Biblia tiene que ver con la forma en que Dios reparó esa alianza fracturada con la humanidad.

Una guía rápida a los cinco pactos clave

No hay consenso en cuanto al número exacto de pactos existentes entre Dios y la humanidad. Sin embargo, hay cinco pactos fundamentales que Dios hace con Noé, Abraham, Moisés y David antes de establecer el nuevo pacto a través de Jesús.

El pacto con Noé

Después de que Adán y Eva fueron exiliados del Edén, la narrativa bíblica se vuelve lúgubre. En Génesis 4, Caín se pone del lado de la serpiente, matando a su hermano a sangre fría y un hombre llamado Lamec se jacta de sus costumbres homicidas y machistas. En Génesis 5 se repite ocho veces la expresión "y él murió", esto revela cómo la muerte reinó sobre la humanidad. También hay una historia extraña en Génesis 6 que busca mostrar el rápido avance del mal. Para cuando llegamos a la historia de Noé, el pecado ha envuelto al mundo entero, enviándolo otra vez al caos anterior a la creación. En respuesta, Dios envía un diluvio para dar paso a una creación restaurada que comienza con Noé y su familia.

Dios establece una relación formal con Noé y todas las criaturas vivientes, prometiendo que, a pesar de la corrupción de la humanidad, nunca más inundará la Tierra (Génesis 8:20-9:17). Por el contrario, Dios preserva el mundo mientras obra para cumplir su promesa de rescatar a la humanidad y la creación por medio de la "simiente de la mujer" (Génesis 3:15). Luego Dios invita a los humanos a que se asocien con él para llenar y gobernar su mundo. El pacto de Dios con Noé es incondicional y su promesa va acompañada de una señal de su fidelidad, el arco iris, para que las futuras generaciones recuerden este pacto (Génesis 9:12-17).

Pacto con Abraham

Después de que Dios hace un pacto con Noé, el mal sigue arruinando el mundo. Génesis 9-11 rastrea la espiral descendente de la humanidad y nos preguntamos: ¿Cómo va a hacer Dios para restaurar su buen mundo? El plan de rescate de Dios continúa y llama a Abraham a una relación de pacto.

Esta alianza redentora entre Dios y Abraham se desarrolla progresivamente en Génesis 12, 15 y 17. Él le promete a Abraham una gran familia que heredará una porción de tierra en Canaán y brindará bendición universal a toda la humanidad.

De forma similar al pacto con Noé, este pacto también está acompañado de una señal externa, un recordatorio para Abraham y sus antepasados. Dios ordena que los hombres sean circuncidados (Génesis 17:9-14), un símbolo que distingue a Abraham y su familia y muestra que su fertilidad y su futuro están en manos de Dios.

Dios le dice a Abraham que deje su tierra y lo siga dondequiera que él lo lleve, que capacite a su familia para que haga lo correcto y lo justo y que practique la circuncisión en todas las generaciones. Este pacto es tanto condicional como incondicional. Dios y Abraham tienen cada uno un papel que desempeñar, pero, en última instancia, Dios mantendrá su promesa de darle a Abraham una familia que heredará la tierra y bendecirá al mundo.

Pacto con Moisés

Éxodo comienza con la rápida multiplicación de la simiente de Abraham en Egipto, lo cual amenaza el ego del nuevo Faraón. Él esclaviza al pueblo de Dios y ellos claman a Dios para que los rescate. Dios los escucha y envía a Moisés para que sea su instrumento de poder divino para sacar al pueblo de Egipto y llevarlo a la tierra que Dios le prometió a Abraham.

Después de una huida desgarradora, el pueblo llega a los pies del Monte Sinaí, donde Dios se les aparece para recordar las promesas que le hizo a Abraham. Actuando como representante de Israel, Moisés sube a la montaña para escuchar los términos del pacto de Dios con el pueblo. Dios promete hacer de Israel un reino santo de sacerdotes que extenderá su bendición y gloria a todas las naciones.

Dios instruyó a Israel para que obedeciera todas las leyes dadas en el Monte Sinaí, prometiendo bendecirlos si cumplían sus mandamientos y maldiciones si los ignoraban (véase Deuteronomio 28). La lealtad de Israel a Yahweh se reflejará externamente en su forma de vivir, cumpliendo los mandamientos y, sobre todo, observando el descanso semanal del Sabbat (Éxodo 31:12-18).

Pacto con David

El pueblo de Dios entra a Canaán (la tierra prometida) y exige un rey, lo que aviva su deseo de ser como las demás naciones. (Ya estamos viendo que el pueblo pierde de vista su pacto en el Monte Sinaí). Saúl es ungido como rey de Israel, pero falla al no obedecerle a Dios y es rechazado. Luego, Dios elige a David como rey de Israel. David se convierte en un líder exitoso al vencer a los enemigos de Israel y al restaurar el orden; además, quiere construir un templo para que Dios vuelva a morar con su pueblo. Dios responde a ese deseo haciendo un pacto con David, le promete que engrandecerá su nombre y que levantará un descendiente del linaje de David, cuyo trono y reino durarán para siempre (2 Samuel 7; Salmos 72, 89 y 132).

David y sus descendientes deben permanecer fieles a Dios, cumpliendo las leyes del pacto. Sin embargo, a pesar de los fracasos de David y sus hijos, Dios cumple su promesa y provee un descendiente fiel de David para que reine.

Todos estos pactos se construyen temáticamente unos sobre otros. Después del pacto de Dios con David, como lectores, nos quedamos esperando al gran libertador, el mesías del linaje de David, que va a reparar la relación fracturada que comenzó en el jardín.

El nuevo pacto

Durante generaciones, Israel ignoró los términos del pacto con Yahweh, quebrantando los mandamientos y viviendo según su propia definición del bien y del mal. En medio de la rebelión y el exilio, los profetas hebreos hablaron de un nuevo pacto, diciendo que Dios algún día cumpliría todas sus promesas, reparando su relación con su pueblo y bendiciendo a las naciones a través de ellos (Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:22-32).

Este nuevo pacto ha de ser eterno. Dios iba a escribir su ley en el corazón de su pueblo, a perdonar completamente los pecados y a levantar un rey fiel del linaje de David que iba a restaurar todo lo que se había fracturado.

La expectativa de este pacto hace que la historia avance hacia las páginas del Nuevo Testamento, en donde nos presentan a Jesús (Mateo 26:26-29; Lucas 22:19-22).

¿Te das cuenta de cómo los pactos se construyen progresivamente unos sobre otros formando una historia completa de redención? Dios preservó el mundo por medio de Noé, inició la redención por medio de Abraham, estableció la nación de Israel por medio de Moisés, prometió un pastor rey eterno a través de David y luego cumplió todos sus pactos por medio de Jesús. Con cada pacto, las promesas y los planes de Dios para salvar al mundo por medio de la simiente de la mujer se vuelven cada vez más claros hasta que finalmente vemos que la redención solo puede concretarse a través del Rey Jesús.

Jesús es el punto culminante de los pactos

Los autores del Nuevo Testamento presentan a Jesús como el descendiente de Abraham, aquel que confió en Yahweh, incluso hasta el punto de morir y se convirtió en bendición para todas las naciones. Él es el Moisés más grande, que nos saca de la esclavitud y es el israelita obediente que cumple de forma perfecta las leyes de Dios. Él es el hijo de la realeza de David que inauguró el Reino de Dios en su vida, muerte y resurrección, y que ahora está sentado a la diestra de Dios, reinando para siempre como el único Rey verdadero.

Jesús triunfó perfectamente en todos los puntos en los que la humanidad falló. Él es el garante y el mediador del nuevo y mejor pacto (Hebreos 7:22, 9:15) Ahora las personas de todas las naciones, tribus y lenguas que confían en Jesús pueden convertirse en parte de la familia del pacto de Dios.

En el nuevo pacto, nosotros recibimos el perdón de los pecados y el Espíritu fortalecedor de Dios que nos ayuda a vivir vidas llenas de amor abnegado. Gracias a Jesús, podemos vivir con justicia y asociarnos con él para que renueve el mundo.

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